Los terrenos de la reserva pertenecían al Ingeniero Rómulo Otamendi (1852-1934) quién ayudó a delimitar el trazado de los ferrocarriles en la Argentina, por lo cual recibió en recompensa las tierras que conforman la reserva. Su propiedad fué legada y tras varias administraciones en la década de 1980 estaba prácticamente abandonada. Es entonces que el Poder Ejecutivo Nacional pone la propiedad bajo el control de la Administración de Parques Nacionales.
La vegetación de la Reserva está distribuida en seis ambientes naturales distintos. Por un lado, una franja de árboles y arbustos que se desarrolla a orillas de los ríos Paraná y Uruguay, desde el sur de Brasil hasta la provincia de Buenos Aires, conocida como selva ribereña. Está conformada por árboles de mediano porte que constituyen el llamado monte blanco y se la puede considerar como una versión empobrecida de los bosques chaqueños.
Las especies más representativas son el sauce criollo (Salix humboldtiana), un árbol que crece en todo el país, siempre a orillas de los ríos, el aliso de río (Tessaria integrifolia), alto y delgado, similar al sauce, y que crece rápidamente sobre los bancos de arena, la anacahuita (Blepharocalyx salicifolius), el curupí (Sapium haematospermum) y el ceibo (Erythrina crista-galli) (6). Este ultimo pertenece a la familia del poroto y es un árbol que difícilmente supere los 10 m de altura. Posee un tronco bajo y rugoso y su amplia copa es desaliñada, pero, a pesar de ello, es una especie ornamental muy aceptada cuya flor es símbolo de nuestro país y del Uruguay (5). No se puede dejar de mencionar a la palmera pindó (Syagrus romanzoffiana), que da nombre al Paraná de las Palmas.
A la sombra de estos árboles crecen arbustos entre los cuales se encuentran lianas y enredaderas, destacándose helechos, cactus y claveles del aire, todo lo cual confiere al lugar un aspecto selvático. Otro ambiente diferenciable y próximo a la ribera del Paraná es el de los pajonales de espadaña (Zizaniopsis bonariensis), donde aparecen ceibos dispersos (1).
A continuación se extienden los totorales y juncales, donde las especies predominantes son el junco (Schoenoplectus californicus) y la totora (Typha latifolia), acompañadas por otras especies palustres como la paja brava (Scirpus giganteus) (3). Cabe mencionar también que dentro de este ambiente se encuentran las plantas acuáticas que tapizan las lagunas, como el helechito de agua (Salvinia rotundifolia), la lenteja de agua (Lemna minima) y el camalote (Eichornia spp) (3).
Hacia el oeste, los pastizales y espartillares ocupan una extensa llanura aluvial con suelos de distinto pH. En esta zona se desarrolla uno de los pastizales más extensos de la Reserva (aproximadamente 1000 ha) En los suelos de baja salinidad crece la cortadera (Cortaderia selloana) (1), en tanto en los suelos alcalinos predominan las gramíneas halófilas de escasa altura, la más abundante de las cuales es el pasto salado o pelo de chancho (Distichlis spicata). En los suelos pantanosos y arcillosos formados sobre el lecho de inundación del río Luján se desarrolla el espartillar, donde, como su nombre lo indica, predomina el espartillo (Spartina densiflora), que en algunas zonas se presenta acompañado por la cortadera y el guaycurú (Limonium brasiliense) (3). Una rareza digna de mencionar es el hunquillar, compuesto por manchones de matos esféricos de hunco (Juncus acutus).
Otro ambiente diferenciable es el compuesto por un pastizal característico de la llanura pampeana, donde aparecen distintas especies de árboles. Por ultimo, cabe mencionar el talar, típico de la barranca. El tala (Celtis tala) es un árbol de unos 8 m de altura que constituye el 70 % de la cobertura total de este ambiente Sus copas albergan numerosas plantas epífitas. Debido a que es el único talar bonaerense protegido por la Administración de Parques Nacionales, se encuentra en un aceptable estado de conservación. También se pueden encontrar especies como el ombú (Phytolacca dioica), el sauco (Sambucus australis) y el molle (Schinus longifolius).
Investigación y Textos: Sergio Frusella
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez
El área está habitada por una importante cantidad de especies de aves, mamíferos y reptiles. Los mamíferos silvestres son en su mayoría tímidos y muy esquivos y muchos de ellos tienen hábitos nocturnos, factor que impide verlos con facilidad. Lo que sí es fácilmente observable son las evidencias de su presencia, tales como huellas y excrementos (8). En la zona habitan tres especies de marsupiales, entre las que se encuentra la comadreja overa (Didelphis albiventris), que con sus 70 a 90 cm de largo total es el más grande del país. También está presente la comadreja colorada (Lutreolina crassicaudata), distinguible de la anterior por su menor tamaño y por su pelaje normalmente anaranjado o rojizo (7), y la comadrejita ágil (Gracilinanus agilis) (8).
Los quirópteros, orden al que pertenecen los murciélagos, son mamíferos voladores cuyas alas están conformadas por membranas y que, en su mayoría, tienen hábitos nocturnos. En la Reserva están presentes varias especies de estos animales, entre los cuales se hallan los molosos o “murciélagos cola de ratón”, como el moloso común (Tadarida brasiliensis) y el moloso castaño (Molossus molossus). El murciélago orejas de ratón (Myiotis levis) también es una especie frecuente.
Los roedores ocupan un lugar importante en la fauna de la zona. Se hallan varias especies de ratones, como el de campo (Akodon azarae), el isleño (Deltamys kempi), endémico de la cuenca del Plata, el hocicudo común (Oxymycterus rufus) y la rata nutria colorada (Holochilus brasiliensis) (7). También están presentes el cuis (Cavia aperea) y el coipo (Myocastor coypus), mal llamado nutria, ya que no pertenece a la familia de los mustélidos como las verdaderas nutrias o el lobito de río (Lontra longicaudis), presente en la Reserva. El coipo constituye un importante recurso para el hombre, que lo persigue severamente por su carne y su cuero. Pero el más destacado de todos estos roedores es el carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris), que llega a medir hasta 1,30 m de largo y a pesar aproximadamente 70 kg (7), por lo cual es considerado el mayor roedor del mundo Son animales gregarios que, en zonas como el Iberá, se reúnen en grupos de hasta 50 individuos, situación que provoca grandes mortandades debido al hacinamiento y a la falta de recursos. Como el coipo, es una especie muy perseguida por su carne y su cuero.
El único felino silvestre que habita la Reserva es el gato montés (Oncifelis geoffroyi), el de más amplia distribución en nuestro país. Es un gato de pelaje con fondo gris u ocráceo y manchas negras diseminadas por el dorso y los flancos (7). En la Reserva, como en toda la región pampeana y del delta, es común ver ejemplares melánicos (negros) (8), rasgo que se debe a una mutación genética. Hay registros de naturalistas y pobladores que habitaron la zona en el siglo XIX que atestiguan la presencia del mayor felino americano, el yaguareté, actualmente confinado a pequeñas porciones de territorio en el norte y nordeste del país.
Sin lugar a dudas, el gran protagonista del lugar es el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), cuyo 1,20 m de altura hasta la cruz lo convierte en el ciervo sudamericano de mayor porte. De cuerpo fuerte y macizo, los llegan a pesar hasta 125 kg y los machos poseen una robusta cornamenta de unos 60 cm de alto (7). adultos. Habita en las inmediaciones de las propiedades privadas, más precisamente en el borde de las plantaciones de salicáceas exóticas y el pajonal de inundación. Se lo puede observar sólo al amanecer, ya que luego se esconde en dicho bosque implantado. El otro cérvido autóctono de la región pampeana, el ciervo o venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), se encuentra actualmente extinguido en la Reserva, a causa de la caza y la introducción de ganado doméstico.
Entre de los anfibios y reptiles presentes en el área se hallan la rana criolla (Leptodactylus ocellatus), la tortuga pintada (Trachemys dorbignyi) y algunas especies de culebras.
En cuanto a las aves, se registraron aproximadamente 240 especies. Fue éste, junto con la necesidad de proteger al amenazado ciervo de los pantanos, uno de los principales motivos por el cual se creó el área protegida (9). Además, la Reserva fue declarada Área Importante para la Conservación de las Aves (AICA), debido a que alberga poblaciones de especies amenazadas y casi amenazadas, como por ejemplo el espartillero enano (Spartonoica maluroides), el burrito negruzco (Porzana spiloptera) y la pajonalera de pico recto (Limnoctites rectirostris) (10). Esta especie merece una mención especial, ya que en la provincia de Buenos Aires sólo habita en la Reserva Otamendi. Suele vivir oculta y prefiere los ambientes asociados a serruchetas. Se distingue de la pajonalera pico curvo (Limnoctites curvirostris) por el pico recto y la coloración del plumaje (13). En la selva ribereña habita la pava de monte común (Penelope obscura), que encuentra aquí el límite sur de su distribución (4). El federal (Amblyramphus holosericeus), con su capuchón anaranjado rojizo hasta el pecho y el resto del plumaje negro (12), es otra de las especies que causa admiración en los visitantes.
Investigación y Textos: Sergio Frusella
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez
Ubicación
Se encuentra en la localidad de Ing. Rómulo Otamendi, partido de Campana, provincia de Buenos Aires, entre las coordenadas de 34° 10’ S y 58° 48’ W (1).
Superficie
La Reserva Natural abarca una superficie aproximada de 2.600 hectáreas. Sus limites están dados por la ruta N° 9, el río Luján, el río Paraná de las Palmas y propiedades privadas (1).
Relieve
Dentro de la Reserva se encuentran dos zonas bien diferenciadas entre sí. Por un lado, la denominada Terraza de la Pampa Ondulada, cuyos suelos ricos en materia orgánica son excelentes para la agricultura (1). El relieve presenta suaves ondulaciones, con una napa freática profunda y excelente drenaje (3). Dicha Terraza se conformó por la acumulación de sedimentos arrastrados por el viento y constituye un excelente mirador desde donde se puede observar la parte baja de la Reserva (4).
Luego, un gran desnivel en forma de barranca, de 20 m en su parte más alta, da comienzo a otra zona formada por una extensa llanura aluvial o bajíos ribereños, originados por los sedimentos arrastrados por el río Paraná (1). Dichos sedimentos, de origen fluvial y producto de la acción del viento, al no estar consolidados y encontrarse a muy poca profundidad, son propensos a ser arrastrados por las continuas crecientes (3). Se extienden desde el pie de la barranca hacia los ríos Paraná y Luján.
Hidrografía
En su desembocadura, los ríos Paraná y Uruguay forman un conjunto de islas (delta) surcadas por numerosos ríos y arroyos. El Paraná es el curso más importante del sistema hidrográfico de la cuenca del Plata debido a su longitud, a la extensión de su área tributaria y a la magnitud de sus crecientes. El régimen de este río es el principal responsable de los cambios que sufre el delta, entre ellos, su continuo avance, calculado entre 60 y 90 m por año. El caudal del Paraná de las Palmas evidencia la alta pluviosidad de su importante cuenca. Los restantes ríos de la red de drenaje tienen origen local y alimentación pluvial y están sometidos a fuertes variaciones de caudal (1).
En toda el área de la Reserva, el riesgo de anegabilidad es alto. Son carácterísticos los desbordes fluviales (ríos Paraná de las Palmas y Luján) y la presencia de una napa casi superficial que produce una permeabilidad lenta, lo cual favorece la acumulación pluvial (1). También son importantes las crecidas del Río de la Plata por efecto de las sudestadas.
En el ambiente de los bajíos ribereños hay numerosas lagunas, entre las cuales se destacan la Grande, de aproximadamente 28 ha y la del Pescado, de menor tamaño que la anterior (3). Hay otras más pequeñas, algunas estables y otras estacionales. Todas están cubiertas parcialmente por vegetación palustre.
Clima
El clima que predomina en la zona de Otamendi es del tipo templado-húmedo, debido al efecto moderador del Río de la Plata. Predominan los vientos del sudoeste, que alternan con los provenientes del sudeste. Estos últimos se presentan con frecuencia e intensidad variables, lo que influye en el aumento o disminución del caudal de los ríos y arroyos de la región (1).
Según datos del INTA, las temperaturas medias anuales se ubican en los 16†C; en enero (el mes más cálido) son de 23,4†C y en julio (el más frío) en 10°C (3). Las precipitaciones se distribuyen en forma homogénea a lo largo de todo el año, pero se intensifican al principio del otoño para disminuir en invierno (3).
La precipitación media anual es de 1000 mm (1). Según los balances hídricos de que se dispone, en los meses más cálidos y lluviosos (de octubre a marzo) el agua perdida por evaporación supera al agua caída. A pesar de esto, el déficit hídrico de la Reserva es bajo, porque queda disponible, además de lo almacenado en el suelo, el aporte de los ríos (3).
Investigación y Textos: Sergio Frusella
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez
Cómo llegar
Por la ruta nacional N° 9 (Panamericana) se llega a la localidad de Ingeniero Rómulo Otamendi, situada entre las ciudades de Campana y Escobar. Luego de recorrer 2 km por la calle principal se arriba a la entrada de la reserva.
También se puede llegar por tren (ex línea Mitre) desde Retiro, haciendo combinación en la estación Villa Ballester. Luego de aproximadamente una hora desde ese lugar, se llega a la estación Ing. Rómulo Otamendi. Servicios regulares de ómnibus a Campana y Zárate permiten el descenso de pasajeros en el cruce entre la Ruta N° 9 y el camino principal de acceso a la Reserva (4).
Recursos Culturales
Toda la región insular de la provincia de Buenos Aires estaba ocupada por numerosas tribus de cultura y hábitos similares (11). Los primeros pobladores de la zona de la Reserva fueron grupos de cazadores-pescadores llamados chaná-timbó, excelentes canoeros cuya dieta estaba constituida principalmente por los productos de la pesca, según demuestran los arpones de hueso encontrados junto a gran cantidad de restos de peces. Eran indígenas altos que cubrían su cuerpo con el tradicional manto de pieles, a excepción de las mujeres, que lo hacían con un trozo de tela de la cintura para abajo. También cazaban y recolectaban miel (5). Algunos núcleos del Paraná eran agricultores que sembraban maíz y zapallo. Esta práctica debió de haber sido adquirida de los guaraníes, que algunas tribus chaná esclavizaban. Se asentaban temporariamente en elevaciones naturales con aportes artificiales llamados túmulos, que se encontraban en las zonas bajas del área cerca del curso de los ríos. Sus casas eran esteras muy bien confeccionadas con divisiones interiores (11). Restos de cerámica pertenecientes a antiguas vasijas demuestran que estas tribus ocuparon la región entre los años 1000 a.C. y 1500 d.C. En sus dibujos predominaban las figuras zoomorfas.
Estos aborígenes compartían el territorio con tribus de origen guaraní, que al ser desplazados de su antiguo territorio por tribus más belicosas, encontraron refugio en las islas del delta comprendidas entre los ríos Paraná y Luján (14). Eran excelentes navegantes que recorrían con sus piraguas los ríos Paraná y Uruguay a lo largo de todo su cauce.
Dominaban muy bien las técnicas de la alfarería, como lo demuestran restos encontrados de urnas que servían para preparar bebidas fermentadas y otras con fines funerarios. También hacían platos, ollas y pipas para fumar (11). En la zona alta de la Reserva hay evidencias de un asentamiento colonial que, según determinó el análisis de lozas y cerámicas encontradas allí, perteneció a una familia de clase alta, probablemente a Juan de Melo o sus descendientes (4).
Ecoturismo
A pocos metros de la portada se encuentra el centro administrativo y el estacionamiento para vehículos. Junto a ellos hay un área de picnic a la sombra de frondosos eucaliptos. El lugar cuenta también con sanitarios, oficina de informes y un centro de visitantes donde se exponen aspectos naturales de la Reserva y se proyectan audiovisuales, complementados por charlas a cargo de los guardaparques.
Las caminatas para contemplar la belleza del lugar y observar aves se realizan a través de tres senderos bien diferenciados entre sí. El primero, llamado “Historias del Pastizal”, recorre la zona alta de la Reserva (la “Terraza”) a lo largo de 1000 m y permite al visitante internarse en el bosque de talas para llegar, finalmente, a un mirador que ofrece una fantástica vista panorámica del bañado.
El segundo sendero, llamado “Guardianes de la Barranca”, comienza en el mirador y, en sus 150 m de recorrido -de mediana dificultad- se puede apreciar el talar de la barranca. A la laguna Grande se puede acceder a través del sendero que lleva su nombre, sólo en compañía de guías autorizados. Sus 6000 m de extensión total permiten recorrer este ambiente anegadizo perteneciente a la zona del bañado y acceder al mirador, para deleitarse ante la presencia de una gran cantidad de especies de aves acuáticas.
Un cuarto sendero conduce al visitante por el vivero de árboles nativos, pensado para restituir al paisaje original las especies que desaparecieron por la acción del hombre.
Un plantel de personas debidamente formadas, que atiende a particulares y escuelas, está a cargo del servicio de visitas guiadas.
Problemas de Conservación
En la región del delta el hombre viene realizando desde el pasado distintas actividades que han modificado fuertemente el paisaje original. Esto comenzó en el siglo XVI con la llegada de los españoles, que introdujeron el ganado vacuno y araron los campos para sembrar diversos cultivos.
Actualmente, el gran problema de conservación que tiene el área es la invasión de especies exóticas. Los talares de la barranca y los árboles nativos asociados a ellos están perdiendo terreno frente a especies como el paraíso (Melia azedarach), el ligustro (Ligustrum lucidum), la ligustrina (Ligustrum sinense) y la mora (Morus alba). Por su parte, el pastizal de la zona alta de la Reserva está siendo invadido por la carda.
La caza furtiva, principalmente del coipo, es también hoy un gran problema, ya que los pobladores de la región la practican con fines comerciales. El ciervo de los pantanos también es vulnerable, aunque en menor medida. También es frecuente la presencia de pescadores.
A estos inconvenientes se suma el controvertido proyecto “Puerto Palmas”, promovido por personas que desean construir un barrio cerrado de 700 unidades funcionales contiguo al paraje “Los Ciervos”. Para llevar a cabo esta idea necesitan una conexión terrestre entre la ruta nacional Nº 9 y la ribera del río Paraná y proponen reabrir un camino en desuso que sería la forma más directa y rápida de acceder.
Diversas ONG’s ambientalistas expresaron su rechazo, argumentando que dicha obra perjudicará notoriamente a la región, en particular el flujo de fauna y ciertos sitios de valor arqueológico. También se adujo que los responsables del proyecto no presentaron un estudio de impacto ambiental serio.
La Administración de Parques Nacionales y las organizaciones no gubernamentales propusieron una traza alternativa que causaría un menor impacto ambiental. Hasta el día de hoy se sostiene que el proyecto, tal como “Puerto Palmas” lo planteó, no es viable.
Legislación
Fue creada el 10 de octubre de 1990 por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 2149 (1).
Bibliografía
(1) Virdo, N.; Tesis Reserva Natural Estricta Ingeniero Rómulo Otamendi – Lineamientos básicos para la formulación de su plan de manejo y una propuesta de gestión, UBA – Departamento de Geografía, 1993.
(2) Erize, F.; El Gran Libro de la Naturaleza Argentina, Revista Gente, Bs. As., Editorial Atlántida, 1993.
(3) Chichizola, S.; Las comunidades vegetales de la Reserva Natural Estricta Otamendi en Parodiana, Revista de la Asociación Parodiana, Cefybo & Conicet.
(4) Administración de Parques Nacionales; Reserva Natural Estricta Otamendi: Información General, Folleto Institucional, 1994.
(5) Fundación Vida Silvestre Argentina; Eco-regiones de la Argentina: Delta e Islas del Paraná en Revista Vida Silvestre N° 75 , Bs. As, 2001.
(6) Administración de Parques Nacionales; Reserva Natural Otamendi: Vivero de árboles nativos, Folleto Institucional.
(7) Parera, A.; Los mamíferos de la Argentina y la región austral de Sudamérica. Editorial El Ateneo, Bs. As., 2002.
(8) Chebez, J.C. y Krapovickas, S.; Reserva Natural Otamendi: Lista Sistemática de Mamíferos, Administración de Parques Nacionales, Bs. As., 1994.
(9) Krapovickas, S., Di Giácomo, A., Babarskas, M. y Di Giácomo, A.; Reserva Natural Otamendi: Lista Sistemática de Aves, Administración de Parques Nacionales, Bs. As., 1994.
(10) Aves Argentinas/AOP; Nuevo Proyecto de Aves Argentinas en la Reserva Natural Otamendi, Revista Nuestras Aves N° 45, Bs. As., 2003.
(11) Serrano, A.; Los Aborígenes Argentinos, Ferreyra ed., 2000.
(12) Narosky, T. e Yzurieta, D;. Guía para la Identificación de las Aves de Argentina y Uruguay; 4a. edición, Asociación Ornitológica del Plata, Vázquez Mazzini Editores, Bs. As., 1993.
(13) López-Lanús, B., Di Giácomo, A. y Babarskas, M.; Estudios sobre la Ecología y Comportamientos de la Pajonalera Pico Recto (Limnoctites rectirostris) en la Reserva Otamendi, Buenos Aires, Argentina. Cotinga (12), Journal of the Neoropical Bird Club, 1999.
(14) Outes, F.; Los Querandíes, Imprenta de Martín Biedma e hijos, 1917.
(15) Haene E. y Pereyra, J.; Fauna de Otamendi en Aves Argentinas N° 3 – Temas de Naturaleza y Conservación, Monografía, Bs. As., 2003.
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