Ubicada en el nordeste de la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Atalaya, esta reserva privada ampara zonas relictuales de selvas en galería, pastizales, distintas tipos de humedales y la típica formación de los talares bonaerenses, que está seriamente amenazada en muchos de los sectores donde se expande. Posee a la vez un alto valor cultural dado que conserva instalaciones y restos arqueológicos de un antiguo e importante saladero. A pesar de que aún se carezca de inventarios de toda la fauna y la flora, la biodiversidad es realmente destacable.
En ella se desarrolla una selva ribereña o en galería en la se observan distintas especies típicas de esta formación. Es una selva empobrecida en especies comparándola con la Paranaense y/o con la de las Yungas.
La región donde se encuentra la Reserva “El Saladero” corresponde bio-geográficamente, según la clasificación de Cabrera (1976), a la Provincia Pampeana y dentro de ésta al Distrito Pampeano Oriental, uno de los mejor estudiados según indica el nombrado autor y que podría considerarse una incursión de la Provincia del Espinal en la Pampeana.
En primer término se menciona una franja de terreno que acompaña el curso del arroyo Atalaya casi desde de la desembocadura en el río de la Plata hasta poco antes del lugar donde está el casco del ex saladero. En ella se desarrolla una selva ribereña o en galería en la se observan distintas especies típicas de esta formación. Es una selva empobrecida en especies comparándola con la Paranaense y o con la de las Yungas, que son las que pueden verse en territorio argentino. El estrato arbóreo que ronda entre los 12 a 15 m de altura es acompañado por un estrato arbustivo, luego herbáceo y muscinal, y también hay lianas y epifitas (Cabrera, 1978). Entre los árboles está presente el curupí, árbol de leche, pega pega, lecherón o blanquillo (Sapium haematospermun), que alcanza entre 8 a 10 m de altura, su corteza es blanquecina a grisácea rugosa y el primer nombre común mencionado proviene de un leyenda guaraní en la que curupí significa protector de los bosques y los nombres vernáculos referidos a la leche hacen referencia al látex que segrega esta especie.
Cabrera (1978), en su trabajo “Manual de la flora de los alrededores de Buenos Aires”, indica como algunas de las especies arbóreas más conspicuas de las selvas en galería de estas latitudes al laurel (Ocotea acutifolia), que puede alcanzar los 20 m y luce una corteza gris pardusca con grietas longitudinales; al chalchal, picazú- rembiú en guaraní, cocú o coloradillo (Allophyllus edulis) de escasa altura, conocido por ser sus frutos predilectos para el zorzal blanco (Turdus amaurochalinus); de ahí que ese passeriforme lleve el nombre de chalchalero (se lo distingue por su gran similitud con el muy común zorzal colorado, pero carece de la zona rojiza que este posee en el abdomen). Otra especie que menciona Cabrera (op. cit.) es saúco común (Sambucus australis); el espina de bañado, tarumá o coronillo colorado (Citharexylum montevidensi) que posee flores blanco-amarillentas en racimos; el palo amarillo o guayaibí (Terminalia australis) con vistosas Otro árbol de esta selva en galería es el ceibo (Erythrina crista-galli), que también se lo ve en otros ambientes y es uno de los más emblemáticos de nuestro país por ser designada su floración como “flor nacional”. Es común en este y otros ambientes la exótica acacia negra (Gleditsia triacanthos), muy invasora, principalmente en los ambientes húmedos, y que no resulta fácil de erradicar una vez que expandió su colonización en detrimento de varias especies nativas. El también legendario ombú (Phytolacca dioica), integra el electo de flora de porte arbóreo de esta selva, siendo precisamente originario de la selva paranaense, donde crece en forma mucho más “armónica” sin expandirse hacia los costados como ocurre con los ejemplares sembrados en la región pampeana, donde no tiene a su lado otros árboles que pongan límite a su expansión lateral. El sauce criollo (Salix humbodtiana) se integra muchas veces a las selvas que tratamos y recibe múltiples nombres comunes como sauce colorado, waljaina (en Chubut), ivirá-pucú en guaraní, sauce amargo (en Chile) y wayau en lengua quichua (Santos Biloni, 1990).
Cabrera (1978), en su trabajo “Manual de la flora de los alrededores de Buenos Aires”, indica como algunas de las especies arbóreas más conspicuas de las selvas en galería de estas latitudes al laurel (Ocotea acutifolia), que puede alcanzar los 20 m y luce una corteza gris pardusca con grietas longitudinales; al chalchal, picazú- rembiú en guaraní, cocú o coloradillo (Allophyllus edulis) de escasa altura, conocido por ser sus frutos predilectos para el zorzal blanco (Turdus amaurochalinus); de ahí que ese passeriforme lleve el nombre de chalchalero (se lo distingue por su gran similitud con el muy común zorzal colorado, pero carece de la zona rojiza que este posee en el abdomen). Otra especie que menciona Cabrera (op. cit.) es saúco común (Sambucus australis); el espina de bañado, tarumá o coronillo colorado (Citharexylum montevidensi) que posee flores blanco-amarillentas en racimos; el palo amarillo o guayaibí (Terminalia australis) con vistosas floración dispuesta en capítulo y cuyas hojas en época otoñal tienen una tonalidad amarilla vistosa; el mataojo (Pouteria salicifolia) que su pesada madera se utiliza como combustible y el lecherón o ivirá-cambí (Sebastiania brasiliensis), cuyo congénere (Sebastiana klotschiana) que también llega al norte bonaerense posee la siguiente curiosidad: en los días de calor se escucha claramente un sonido similar a “chis-chis” que es producto de la deshicencia elástica de los frutos (Santos Biloni 1990).
Entre los arbustos se menciona la presencia del sen de campo, cañafístula o rama negra (Senna corymbosa), con un máximo de 5 m de altura y luce vistosas flores amarillas de unos 2 cm de largo que se desarrollan en racimos apicales breves. El murta (Myrceugenia glacenscens), que también fue listado por Chebez y Athor (2007), es un arbusto de fragantes flores blancas dispuestas de a pares en las axilas de las hojas, siendo muy común en el Delta del Paraná y la rivera platense; la vara de oro, vara dorada o romerillo amarillo (Solidago chilensis) posee tallos de aproximadamente 1 m de alto; el torito (Acanthospemun hispidium), según Cabrera (op. cit) es una especie rara cerca de Buenos Aires pero se la ve en los talares; el cina cina (Parkinsonia aculeata), cultivada para uso ornamental y común de ver a la vera de las vías férreas, está presente en esta selva marginal como en otros lugares húmedos, y otras especies de porte arbustivo que se observan son las exóticas higuera (Ficus carica) y la mora blanca (Morus alba).
Entre las enredaderas cabe mencionar a las campanillas -hay varias especies que reciben este nombre común- Ipomea indica y la congénere Ipomea amnícola y el mburucuyá o pasionaria (Passiflora coerulea) otra especie que lleva una gran “carga” folklórica por las leyendas que se refieren a ella y los múltiples usos medicinales que se le asignan.
Es común una especie con tallos rastreros, la oreja de ratón (Dichondra microcalyx), cultivada para césped en algunos lugares y entre las plantas epífitas se censaron el clavel del aire (Tillansia aeranthos) y la barba de monte (Tillansia usneoides).
La nomina de especies de esta fracción ribereña selvática podría ser mucho más extensa por la gran diversidad florística que presenta. En tres sectores de mayor altura del área prospectada, alejados de la costa rioplatense, se desarrollan núcleos con la formación boscosa que se conoce como “talares bonaerenses”. Estos constituyen la única forma de bosque nativo que presenta toda la provincia de Buenos Aires y se desarrollan sobre terrenos de conchilla, producto de muy remotas ingresiones marinas. Su principal componente es el tala (Celtis tala) que, acompañado por pocas especies de árboles más, tiene su lugar de desarrollo en un amplio sector de la zona próxima a la costas barrancosas del Paraná en la parte más septentrional y, hacia el sur, sobre el río de la Plata hasta poco antes de la ciudad de Mar del Plata. Estos talares constituyen “penínsulas angostas y “archipiélagos” de islas diminutas de bosques en una matriz de pastizales (Haene, 2006). Cabrera (op. cit.) nos brinda una interesante descripción de los talares: “Esta especie ha sido muy perseguida para la obtención de leña, pero como sus tocones brotan fácilmente, el bosque se regenera espontáneamente, pero con individuos ramificados desde la base. Este es el aspecto de la mayoría de los talas de Buenos Aires, siendo raros los árboles con tronco único y derecho. Otros elementos arbóreos constantes son Acacia caven (espinillo), Scutia buxiflora (coronillo), Schinus longifolia (incienso), Jodina rhombifolia (sombra de toro) que parece ser parásita en sus primeros años, Phytolacca dioica (ombú), y Sambucus australis (sauco)”.
Entre los arbustos más comunes que suelen verse junto a los talas se encuentra el sen de campo o rama negra (Senna corymbosa = Cassia corymbosa); el aromo (Acacia caven) que a veces sólo alcanza porte de arbusto; el barba de tigre (Colletia spinosissima), que como el nombre específico lo indica luce importantes espinas; el camará de talar o camará morado (Lantana megapotamica) con una amplia distribución en la Argentina y que presenta una floración con muchas flores pequeñas que muestran una coloración morada salpicada de blanco. También suele verse al guanache (Holmbergia tweedii), un arbusto que alcanza 1,20 m de altura y se lo ve en gran parte del norte argentino, y una especie que es endémica de los talares, el ombusillo (Phytolacca sp.) que se extiende desde La Plata hasta la Bahía de Samborombón únicamente.
En un extremo opuesto a la costa del río se aprecia un pequeño bosquecillo de coronillos, especie conocida por dar alimento, a través de sus hojas, a la llamada mariposa argentina (Morpho epistrophus) de gran tamaño y de color azul-celeste y blanca.
Desde al talar más próximo al río hasta la costa del mismo se suceden: un sector de pradera inundable, bañados con pajonales, el antiguo albardón costero que marginaba las aguas del río de la Plata que llegaban hasta ese lugar donde hay vestigios de selva en galería. Continuando el recorrido hacia la costa encontramos un espacio con pastos altos, duros e imbricados con vegetación arbustiva (fachinal) y por último el albardón que actualmente bordea al río donde se observan distintas especies arbóreas con un predomino de sauces. Las especies de pajonal más comunes son el junco (Schoenoplectus californicus = Scirpus californicus) y la paja brava o cortadera (Scirpus giganteus)
La pradera ribereña se desarrolla generalmente sobre suelos arenosos y se compone principalmente de gramilla blanca (Paspalum vaginatum), una de las tantas plantas denominadas junquillo (Heleocharis bonariensis) y el carrizo (Panicum permabucense), entre otras especies propias de estos ambientes. También hay totorales que se desarrollan donde hay aguas permanentes y están formados por varias especies que reciben el nombre de totora como la Typha latifolia y Typha dominmguensis, que figuran entre las más comunes y muchas veces acompañadas por el conspicuo espartillo (Spartina alternifolia).
Como vegetación acuática se puede mencionar al repollito de agua (Pistia stratiodes) y, con el mismo nombre común, (Salvinia minima), ambas flotantes, lo mismo que Spirodela intermedia, el camalote (Pontederia rotundifolia), el canutillo (Panicum elephantipes), especie distribuida en América tropical y subtropical, desde el sur de México hasta el Río de la Plata (Lahitte y Hurrell,1997).
Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez
En una variedad de ambientes tan diversa como señalamos en el ítem referido a la flora, es de esperar que encontremos igual situación en lo que hace a la fauna. Aún no han confeccionado todos los inventarios de los grupos de vertebrados ni tampoco de invertebrados. Sólo del grupo de las aves cuenta con dos listados, uno confeccionado por Chebez y Athor (2007) en virtud del relevamiento preliminar para implementar la reserva, y otro elaborado por investigadores y técnicos de la Universidad Nacional del Litoral, como tarea accesoria dado que el motivo que los convocaba era otro tipo de estudio de campo. Nosotros aunamos ambas listas y el resultado se aprecia en el cuadro de la avifauna de la Reserva “El Saladero” que se ve a continuación. En total suman 106 especies que representan a 31 familias. Con el transcurso del tiempo la concurrencia de visitantes observadores de aves y los avistajes de los propietarios harán que el número de aves observables desde la reserva tratada sea mucho mayor al enunciado.
FAMILIA |
GENERO |
ESPECIE |
NOMBRE COMUN |
Phalacrocoracidae | Phalacrocorax | brasilianus | Biguá |
Ardeidae | Ardea | cocoi | Garza mora |
Syrigma | sibilatrix | Chiflón | |
Egretta | thula | Garcita blanca | |
Nycticorax | nikticorax | Garza bruja | |
Ciconiidae | Ciconia | maguari | Cigüeña americana |
Mycteria | americana | Tuyuyú | |
Anhimidae | Chauna | torquata | Chajá |
Anatidae | Anas | flavirostris | Pato barcino |
Amazonetta | brasiliensis | Pato cutirí | |
Accipitridae | Elanus | leucurus | Milano blanco |
Circus | bufoni | Gavilán alas largas | |
Rupornis (=Buteo) | magnirostris | Taguató común | |
Parabuteo | unicincus | Gavilán mixto | |
Falconidae | Caracara | plancus | Carancho |
Milvago | chimango | Chimango | |
Aramidae | Aramus | guarauna | Carau |
Rallidae | Laterallus | melanophaius | Burrito común |
Aramides | ypecaha | Ipacaá | |
Aramides | cajanea | Chiricote | |
Fulica | armillata | Gallareta ligas rojas | |
Charadriidae | Vanellus | chilensis | Tero común |
Scolopacidae | Gallinago | paraguaiae | Becasina común |
Laridae | Chroicocephalus | maculipennis | Gaviota capucho café |
Larus | dominicanus | Gaviota cocinera | |
Larus | cirrocephalus | Gaviota capucho gris | |
Columbidae | Columba | picazuro | Paloma picazuro |
Columba | livia | Paloma doméstica | |
Zenaida | auriculata | Torcaza | |
Leptotila | verreauxi | Yerutí común | |
Columba | maculosa | Paloma manchada | |
Columbina | picui | Torcacita común | |
Psittacidae | Myiopsitta | monachus | Cotorra |
Cuculidae | Guira | guira | Pirincho |
Coccyzus | melancoryphus | Cuclillo canela | |
Tapera | naevia | Crespín | |
Trochilidae | Chlorostilbon | aureoventris | Picaflor común |
Hylocharis | chrysura | Picaflor bronceado | |
Sappho | sparganura | Picaflor cometa | |
Heliomaster | furcifer | Picaflor de barbijo | |
Alecdinidae | Ceryle | torquatus | Martín pescador grande |
Chloroceryle | amazona | Martín pescador madiano | |
Chrorceryle | americana | Martín pescador chico | |
Picidae | Colaptes | campestris | Carpintero campestre |
Colaptes | melanolaimus | Carpintero real común | |
Picoides | mixtus | Carpintero bataraz chico | |
Dendrocolaptidae | Lepidocolptes | angustirostris | Chinchero chico |
Furnariidae | Cranioleuca | sulphurifera | Curutie ocráceo |
Schoeniophyax | phryganophila | Chotoy | |
Synallaxis | frontalis | Pijuí frente gris | |
Synallaxis | spixi | Pijuí plomizo | |
Phacellodomus | sibilatrix | Espinero chico | |
Phacellodomus | striaticollis | Espinero pecho manchado | |
Furnarius | rufus | Hornero | |
Leptasthenura | platensis | Coludito copetón | |
Coryphistera | alaudina | Crestudo | |
Formicariidae | Thamnophilus | ruficapillus | Choca corona rojiza |
Cotingidae | Pachyramphus | polchopterus | Anambé común |
Tyrannidae | Hymenops | perspicillata | Pico de plata |
Pitangus | sulphuratus | Benteveo común | |
Elaenia | parvirostris | Fiofío pico corto | |
Camptostoma | obsoletum | Piojito silbón | |
Elaenia | spectalis | Fíofío grande | |
Suiriri | suiriri | Suirirí común | |
Serpophaga | subcristata | Piojito común | |
Myiophobus | fasciatus | Mosqueta chorreada | |
Machetornis | rixosa | Picabuey | |
Myiodynastes | maculatus | Benteveo rayado | |
Tyrannus | melancholicus | Benteveo real | |
Tyrannus | savana | Tijereta | |
Hirundinidae | Tachycineta | leucorrhoa | Golondrina de ceja blanca |
Progne | tapera | Golondrina parda | |
Progne | chalibea | Golondrina modesta | |
Troglodytidae | Troglodytes | aedon | Ratona común |
Mimidae | Mimus | saturninus | Calandria grande |
Turdidae | Turdus | amaurochalinus | Zorzal chalchalero |
Turdus | rufiventris | Zorzal colorado | |
Sylviidae | Polioptila | dumicola | Tacuarita azul |
Vireonidae | Cyclarhis | gujanensis | Juan Chiviro |
Vireo | olivaceus | Chiví | |
Emberizidae | Sporophila | caerulescens | Corbatita común |
Zonotrichia | capensis | Chingolo | |
Poospiza | nigrorufa | Sietevestidos | |
Embernagra | platensis | Verdón | |
Donacospiza | albifrons | Cachilo canela | |
Sicalis | flaveola | Jilguero dorado | |
Sicalis | luteola | Misto | |
Saltatricula | multicolor | Chiviro chico | |
Cyanocompsa | brissonii | Reinamora Grande | |
Saltator | coerulescens | Pepitero común | |
Saltator | similis | Pepitero verdoso | |
Saltator | aurantiirostris | Pepitero de collar | |
Cyanoloxia | glaucocaerulea | Reinamora chica | |
Parula | pitiayumi | Pitiayumi | |
Geothlypis | aequinoctialis | Arañero de cara negra | |
Basileuterus | culicivorus | Arañero coronado chico | |
Fringillidae | Carduelis | magellanica | Cabecitanegra común |
Icteridae | Agelaioides | badius | Tordo músico |
Agelaius | cyanopus | Varillero negro | |
Pseudoleistes | virescens | Pecho amarillo común | |
Icterus | cayanensis | Boyerito | |
Chrysomus | thilius | Varillero ala amarilla | |
Molotrus | rufoaxillaris | Tordo de pico corto | |
Molothrus | bonariensis | Tordo renegrido | |
Ploceidae | Passer | domesticus | Gorrión |
Con relación a los otros grupos sólo podemos agregar acotada información sobre los mamíferos y algunos aspectos generales en relación a la herpetofauna e ictiofauna.
Están presentes en el área prospectada la mulita, mulita pampeana o tatú-hu-í en guaraní (Dasypus hybridus); el tuco-tuco del talar, tuco-tuco argentino o anguyá (Ctenomys talarum), ambas especies mencionadas por Chebez y Athor (op. cit.). También están presentes por avistajes de los propietarios el carpincho o capibara (Hydrochoerus hydrocaeris), que sería abundante; la comadreja overa o común (Didelphis albiventris), el zorro gris, zorro pampeano o zorro de campo (Lycalopex gymnocercus = L. griseus), muy conspicuo en todo el territorio argentino; el zorrino (Conepatus chinga); el coipo, quiyá o nutria (Myocastor coypus), animal muy perseguido por su piel y el hurón menor (Galictis cuja), también llamado quique o kike en araucano y yaguagumbé o ñaguaruape en guaraní; el lobito de río (Lontra longicaudis) y el gato montés común (Oncifelis geoffroyi).
Aparte de la mencionada comadreja overa, entre los marsupiales es muy probable la presencia de algunas especies comunes en variados ambientes como pastizales húmedos y selvas en galería, ellos son: la comadrejita rojiza, comadrejita ágil o anguyá-guaikí en guaraní (Gracilinamus agilis); el colicorto pampeano, comadreja colorada chica o mbicué-i en guaraní (Monodelphis dimidiata) y la comadreja colorada o mbicuré pitá en guaraní (Lutreolina crassicaudata).
Con relación a la batracofauna es también muy numerosa, siendo, las especies más comunes en la región el sapo común (Bufo arenarum), el escuerzo (Ceratophrys ornata), el llamado sapito de jardín (Bufo dorbigny), la rana de bigotes (Leptodactylus mystacinus), la rana criolla (Leptodactylus ocellatus), la ranita silbadora (Physalaemus fernandezae), el escuercito (Odontophrynus americanus), la rana rayada (Leptodactylus gracilis), la ranita nadadora (Lysapsus mantidactylus) citada por Gallardo (1987) para el litoral hasta la cuenca del Salado, la ranita hocicuda (Scinax squalirostris) y la ranita del zarzal (Hyla pulchella).
También los reptiles están presentes con especies como la tortuga de arroyo (Phrynops hillarii), el lagarto overo (Tupinambis teguxin), la viborita de cristal (Ophiodes vertebralis), la falsa yarará ñata (Lystrophis dorbignyi), la culebra de línea roja (Liophis anomalus), la culebra verde y negra (Liophis poecilogyrus), la culebra ojo de gato (Thamnodynastes hypoconia), la falsa coral (Oxyrhopus rhombifer) y las culebras Philodryas patagoniensis, Clelia rustica y Elapomorphus spegazzinii, entre varias especies más. De la familia Viperidae está la yarará (Bothrops alternatus) – (Miranda et la., 1983).
En relación a la ictiofauna distintos autores han mencionado cifras indicativas del número de especies que pueden poblar las aguas del Río de la Plata. En tal sentido Ringuelet (1962) listó 140 especies, mientras que López (1990) enumera 119. Menni (2004) comenta: “En el Río de la Plata se encuentra peces que corresponden a diferentes grupos o abolengos, a saber: exclusivamente estuariales, de agua dulce y marinos. Los peces anfibióticos* (que son pocos) conforman un grupo diferente, tanto por su comportamiento en sentido amplio porque migran, y en general porque suelen tener cierta plasticidad”.
(*) Anfibióticos son aquellos peces adaptados fisiológicamente a poder vivir en aguas salobres y dulces.
Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez
Ubicación
Ubicada en el nordeste de la provincia de Buenos Aires, esta reserva privada ampara delictuales zonas de selvas en galería, pastizales, distintas tipos de humedales y la típica formación de los talares bonaerenses, que está seriamente amenazada en muchos de los sectores donde se expande. Posee a la vez un alto valor cultural dado que conserva instalaciones y restos arqueológicos de un antiguo e importante saladero. A pesar de que aún se carezca de inventarios de toda la fauna y la flora, la biodiversidad es realmente destacable, lo que se pudo constatar con nuestra visita y leyendo el informe preliminar que elaboraron técnicos de la Fundación de Historia Natural “Félix de Azara” que avala este emprendimiento.
El área natural protegida que tratamos se encuentra en el partido de Magdalena, provincia de Buenos Aires, a unos 100 km de la Capital Federal y a 47 km de la Ciudad de La Plata.
Las coordenadas de la localidad de Atalaya que está contigua al área prospectada son: 35º 02’ Lat. S y 57º 32’ Long. O.
Superficie
La unidad de conservación tratada cuenta con aproximadamente 80 ha.
El objetivo de creación de la reserva “El Saladero” fue, entre otros, brindar protección a un sector lindante con el Río de la Plata, donde se conservan en buen estado distintos ambientes propios de la zona como son pastizales, sectores con selva en galería, pajonales y, en la partes más altas, la formación “talares bonaerenses”. Además se custodian también elementos culturales de diverso tipo, provenientes de la colonización y primeros años de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Relieve
El territorio bonaerense pertenece, casi en su totalidad, a la región pampeana, cuya característica principal es presentar una gran llanura formada por acumulación, predominantemente de sedimentos de origen continental. De origen marino, sólo se presenta una franja costera litoral con una variedad de ambientes que le otorgan gran riqueza en su biodiversidad.
La llanura pampeana finaliza al llegar a los ríos Paraná y del Plata, en una barranca que a veces cae directamente sobre el río, como ocurre en la zona donde están las ciudades de San Nicolás y San Pedro y más al sur también, y en otros lugares esta barranca corre a cierta distancia del curso actual. Esto último lo observamos en el tramo de costa que media entre la ciudad de Buenos Aires y la de Ensenada (Lahitte y Hurrell, 1999). Sobre los suelos calcáreos de la vieja línea de la costa se desarrollaban talares, como los que perduran en la parte de Magdalena. En esta zona baja es frecuente la presencia de albardones o bancos de conchilla paralelos al río y que son surcados transversalmente de tanto en tanto por arroyos como el Atalaya, en el caso que nos ocupa.
Los suelos de esta región están constituidos principalmente por arcillas de ingresión marina. Se caracterizan por tener anegabilidad frecuente, muy baja permeabilidad, el nivel freático está próximo a la superficie, texturas extremadamente finas y contenido elevado de sodio. En general, estos suelos no son aptos para uso hortícola o ganadero intensivo. Señala Malvárez (1999): “La zona costera constituye un ambiente particular donde es posible encontrar la interfase tierra, agua y aire. Esta triple conjunción puede aún ser más compleja si se tiene en cuenta que puede existir una mezcla de agua dulce y salada (ambientes mixohalinos: un estuario o una albufera).
En el predio que ocupa la reserva natural analizada hay una gradiente típica desde la parte más alejada de la costa hacia ésta.
Hidrografía
En su parte norte el litoral bonaerense está bañado por las aguas del Río de Plata, receptor de una gran cuenca fluvial y que debe considerárselo como una continuidad morfológica e hidrológica de los ríos Paraná y Uruguay. Geológicamente, su lecho tiene una historia de ingresiones y regresiones marinas. En un primer momento penetraron las aguas del Atlántico formando un golfo marino que comprende actualmente parte del Delta del Río Paraná y todo el Río de la Plata.
En el fondo de este golfo, de poca profundidad, desemboca un estuario de aguas salobres, del Paraná Belgranense, cuyos sedimentos afloran a los largo de la margen derecha del río Paraná (Castellanos, 1975). Con posterioridad a este acontecimiento – Pampeano Superior- los depósitos continentales avanzaron sobre este golfo y se formó el actual Delta del Paraná y su prolongación en el Río de la Plata.
Un tercer episodio geológico fue una trasgresión marina, denominada Querandina (Querandinense de Ameghino), que invadió el Delta del Río de la Plata, arrastrando las islas y dejando la configuración que vemos en la actualidad. La gran cantidad de bancos que hay en su lecho frenan el desplazamiento del agua y facilitan el depósito de sedimentos.
Es importante para el área prospectada la presencia de arroyo Atalaya que constituye uno de sus límites con su cauce meandroso, haciendo un importante aporte a la biodiversidad al transportar semillas que generan vegetación marginal favorecida por la propia humedad del curso de agua. Asimismo es un ambiente más dentro del área protegida donde pueden desarrollar su vida la fauna acuática y la terrestre que depende para su subsistencia del medio acuático.
Clima
En el informe confeccionado para el Parque Costero del Sur, que se aplica al área prospectada, señalamos: “El Parque Costero del Sur pertenece a una zona de clima templado a cálido- templado y subhúmedo. Los vientos más fuertes son del norte y del este, y en la zona del Río de la Plata hay dos vientos que pueden soplar con intensidad, los secos y frescos del sector oeste, conocido como “pampero”, y vientos del sector sur, llamados “sudestadas” (Canevari, et al, 1998). La precipitación media muestra una gradiente decreciente hacia el sur y hacia el oeste, con una media máxima de 1.035 mm al año en San Clemente del Tuyú y 1016 mm/año en Rosario; y una media mínima de 623 mm/año en Bahía Blanca y 809 mm/año en Trenque Lauquen (Canevari, et al,op. cit.). Estos guarismos permiten apreciar claramente el comportamiento de las lluvias en un buen sector del territorio provincial. En la base de Punta Indio se consignan los siguientes registros: temperatura media anual 15. 1 º C, precipitación media anual 972 mm.
Por otra parte haciendo consideraciones de carácter general para toda la provincia de Buenos Aires podemos señalar que el territorio bonaerense está íntegramente ubicado en la zona de clima Templado. El gran litoral marítimo y rioplatense hace que las aguas ejerzan un efecto moderador sobre las temperaturas en la zona próxima a la costa. También esta proximidad con la basta superficie marina la hace receptora de vientos húmedos locales. No obstante, la principal influencia de las corrientes de aire es la que recibe por parte del ya mencionado anticiclón del Atlántico Sur y su carácter de gran llanura permite también la injerencia de otros vientos que circulan son obstáculos geomorfológicos”.
La hidrodinámica del estuario del Río de la Plata presenta características exclusivas. Las condiciones de transporte y asentamiento de la sedimentación que regulan las geoformas costeras dependen esencialmente de la acción de los vientos, las mareas y las tormentas, siendo las que provienen del sudeste las que más influencia tienen por tener mayor capacidad de transporte. Así vemos que las condiciones climáticas son las que originan mayormente las corrientes litorales y las variaciones en el nivel del estuario.
Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez
Cómo llegar
La Reserva Natural y Cultural “El Saladero” se encuentra en el Partido de Magdalena, Provincia de Buenos Aires, a 100 km de la Capital Federal y a 47 km de la Ciudad de La Plata, en las inmediaciones de la localidad de Atalaya.
El recorrido es por autopista y ruta asfaltada hasta 300 m antes de la entrada al campo. La parte no asfaltada es un consolidado de calcáreo y conchilla absolutamente transitable aún con lluvia. Los detalles del camino a seguir son suministrados por los propietarios solicitándolos vía e-mail o telefónicamente.
Reserva Natural y Cultural “El Saladero”
Doctora Verónica Morvillo o Licenciado Miguel Nisnovich
Teléfono: 02221-491-153
Celular: 02223-15-460-850
E-mail: vmorvillo@gmail.com – info@elsaladero.com.ar
http://www.elsaladero.com.ar
El horario de atención telefónica es de 9:00 a 20:00 hs.
Para recibir el mapa de acceso al campo, por fax o e-mail, solicitarlo por los mismos medios.
Recursos culturales
Hay distintos elementos que le otorgan al área un importante valor cultural. Retrotrayéndonos en el tiempo esbozamos un aspecto de su historia natural al comentar que esta zona estuvo cubierta por las aguas marítimas durante el período geológico conocido como Holoceno, que abarca los últimos 10.000 años. Al retirarse las aguas quedaron restos de numerosos crustáceos y otras formas animales que fueron el origen de la actual capa de conchilla que se asentó sobre una amplia franja de terreno contiguo a la costa rioplatense. Esta conchilla es aprovechada por las industrias para la elaboración de distintos elementos por lo que es extraída, muchas veces, sin ordenamiento ninguno. Acercándonos en el tiempo, damos lugar a los habitantes originarios de estas latitudes en el período posthispánico.
Los querandíes habitaban esta región del noreste bonaerense, extendiéndose por noroeste hasta el río Carcarañá, en el sur santafecino, y hacia el sur bonaerense llegaban hasta más allá del río Salado y por el oeste hasta el pie de las Sierra Grande de Córdoba (Canals Frau, 1986). Continua diciendo este mismo autor: “Las fuentes antiguas están concordes en decir que posteriormente estos indios fueron llamados Pampas”. El padre Tomás Falkner habla de la existencia de dos grandes grupos en zonas relativamente adyacentes a la ciudad Buenos Aires a cuyo conjunto los españoles llamaron “pampas”. No hay mucha información de la parcialidad querandí, su idioma es casi desconocido y desaparecieron aproximadamente hacia la segunda mitad del siglo XVII, en manos de encomenderos encargados de su cristianización y dedicados a su explotación (Ibarra Grasso, 1971). En este sentido es oportuno transcribir un texto de Serrano (2000), quien dice: “La definitiva desaparición de los querandíes puede fijarse a mediados de la segunda mitad del siglo XVII. Por entonces sólo figuraban unos diez individuos de tasa entre los encomenderos de la jurisdicción de Santa Fe y ninguno en la de Buenos Aires.
Muchos de los indígenas reducidos en Tubichaminí eran de los antiguos pobladores de las inmediaciones de Buenos Aires y los caguanés, vilachichís, y laguneros (unos ochenta indios de tasa en total), eran probablemente querandíes; pero lo cierto es que ya no se les conocía con tal designación”. Los mejores datos de este pueblo los aporta el alemán Ulrico Schmidl que luchó directamente con ellos.
Su economía estaba basada en el pescado, que sacaban y molían en morteros de piedra y con ello confeccionaban una harina. La caza del venado era también habitual, a los cuales corrían incasablemente hasta apoderarse de ellos, bebiendo entonces su sangre (Ibarra Grasso, op. cit.).
Esto se refiere a las zonas más alejadas de la costa donde llegaban sus territorios y el beber su sangre se interpreta que lo hacía para saciar la sed cuando estaban alejados de fuentes de agua. Se sabe que no fueron canoeros por lo que la pesca la realizaban con redes metiéndose en el río o desde la costa; sus armas eran el arco y la flecha, las boleadoras y especialmente la bola perdida. De sus viviendas se tiene poca información, suponiéndose que utilizaban toldos de cuero muy primitivos. De acuerdo a los hallazgos arqueológicos sabemos que conocían la alfarería que la aplicaban a la elaboración de ollas y platos y se encontraron raspadores de piedra, cuchillos, perforadores, puntas de flecha triangulares, morteros de piedra, entre algún otro utensilio, pero no difieren de restos hallados en La Pampa y Patagonia. De su organización social sólo sabemos que se encontraban divididos en numeroso grupos, cada uno mandado por el jefe local y con el territorio propio (Ibarra grasso, op cit.). Luego sucedió la araucanización y los pampas fueron confundiéndose con esta etnia.
En la Reserva Natural y Cultural El Saladero hay vestigios arqueológicos y sería muy interesante que los arqueólogos puedan encontrar mayores yacimientos.
Posteriormente a esta etapa podemos comentar que donde hoy está instalada la reserva prospectada funcionaba un importante saladero, de ahí su nombre, del cual quedaron varias construcciones de gran valor histórico y arquitectónico al conservarse viviendas íntegramente hechas en madera proveniente de Canadá. La calidad de esas construcciones queda corroborada por el sólo hecho que en la actualidad, después de 130 años, aún son posibles de habitar.
Una nota del Diario “Hoy” del 11 de mayo de 2009, haciendo referencia a la página de la Reserva (www.elsaladero.com.ar), describe sintéticamente la historia del saladero. La misma dice: “La denominación de El Saladero tiene su origen en 1875 cuando en el predio se estableció el saladero “Podestá Hnos”, uno de los más importantes del polo saladeril de Atalaya.
El Saladero Podestá era el único situado en el margen izquierdo del arroyo Atalaya y, gracias a que ese margen no tuvo desarrollo urbanístico y mantuvo su carácter rural, El Saladero conserva aún mucho de su trazado original y algunas construcciones y vestigios de su infraestructura.
Permanecen en pie la casa del encargado del saladero y un depósito anexo (ex casa de huéspedes), ambas construcciones de pino oregón y originarias de América del Norte. También dentro del predio pueden apreciarse, como claras huellas de su laborioso pasado saladeril, lomas de los antiguos corrales, sendas empedradas, algunos maderos del tablestacado y muelle del arroyo, zona de secadero, bases de la caldera, zanjados de desagote y sangrado, etc.
Siguiendo el sendero de la selva ribereña, y frente al Río de La Plata, persisten aún los imponentes pilotes de quebracho colorado del antiguo muelle de embarque, hoy sobre tierra debido a la sedimentación aluvional”.
Es importante destacar que, con anterioridad a la existencia del saladero Podestá, los terrenos de la margen izquierda del arroyo Atalaya fueron escenario y testigos de diversos acontecimientos históricos:
Ecoturismo
“El Saladero” ofrece a sus visitantes la posibilidad de pernoctar en la Reserva (www.elsaladero.com.ar) y cuenta además con una rampa de bajada para pequeñas embarcaciones. Próximamente dispondrá de un centro de interpretación y de un SUM (Salón de Usos Múltiples).
En cuanto a lo que el lugar ofrece al visitante, además de una muy cálida recepción por parte de los anfitriones, lo podrán ver detalladamente en los ítems “Flora”, “Fauna” y “Recursos culturales” de este informe. Pero básicamente se trata de contemplar la naturaleza prístina de un apacible lugar y varias posibilidades de observar aspectos históricos de la reserva, que incluye al muy próximo pueblo de Atalaya con un riquísimo pasado de varias centurias.
Asimismo la Reserva cuenta con una rica historia acerca de los orígenes de los Saladeros de la Provincia de Buenos Aires en la época de Rosas, cuyos aspectos históricos pueden ser ilustrados por los anfitriones. Una historia poco conocida en las puertas de Buenos Aires que se remonta a varias centurias en el tiempo. Se habla de pioneros, hombres que se sacrificaban en aquel entonces en estos parajes desolados y aislados de la civilización, de difícil acceso.
Problemas de conservación
La reserva tratada ocupa un predio en muy buen estado de conservación debido a que estuvo mucho tiempo sin ser utilizado debido a temas legales. En términos generales se pueden señalar como las alteraciones más importantes la presencia de fauna y flota exóticas, problema que tienen la mayoría de áreas naturales protegidas de la Argentina.
La presencia de perros que escapados de sus casas o abandonados por sus dueños se crían en estado silvestre y adquieren fácilmente caracteres de animales cimarrones, combatiendo con bastante agresividad a especies de la fauna nativa, siendo abundantes los relatos de este tipo de agresiones, que es más de una ocasión incluyeron a personas.
Es importante que casi no haya caza furtiva, ni extracción de leña, pese a que la proximidad de poblaciones siempre acrecienta este verdadero flagelo de las áreas protegidas.
En la zona de los talares bonaerenses en los últimos tiempos se incrementó la extracción clandestina de las conchilla que los acompaña, la que es utilizada para la elaboración de distintos productos.
Se observó excelente disposición de los propietarios para tratar al menos minimizar el impacto de la flora no nativa, especialmente impidiendo su avance.
La aparición esporádica de un ciervo axis o de un jabalí no representa para el área un importante impacto, aunque si lo es para el conjunto de la región costera rioplatense, donde las dos especies citadas se expandieron más allá de la Bahía de Samborombón.
Fecha e instrumento legal de creación
La Reserva Natura y Cultural aquí tratada surge de la voluntad de los propietarios del predio, la doctora Verónica Morvillo y el licenciado Miguel Nisnovich, de incorporar a “El Saladero” al Programa de Reservas Privadas de la Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”.
Distintas normas legales del Poder Ejecutivo Provincial fueron sancionadas para amparar la formación boscosa conocida como “talares bonaerenses”. En tal sentido reproducimos lo señalado por Chebez y Athor (2007): “El 24 de Diciembre de 1937, el Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires sancionan la Ley Nº 4621: “DECLARANDO DE UTILIDAD PÚBLICA LOS MONTES NATURALES DE LOS PARTIDOS DE MAGDALENA, CASTELLI, DOLORES, CONESA Y GENERAL MADARIAGA”, la cual faculta al Poder Ejecutivo para impedir la tala y disponer de fondos para constituir “Reservas Naturales o “Parques Provinciales”.
El 15 de febrero de 1985,el Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB), de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declara al Parque Costero del Sur, creado en diciembre de 1984 por un convenio entre la Provincia de Buenos Aires y la Municipalidad de Magdalena, como parte integrante de las Reservas de Biosfera, constituido por una superficie de unas 23.000 ha, distribuidas a lo largo de la Ruta 11, desde el arroyo Juan Blanco, hasta la intersección con la ruta 36, con un ancho de unos 5 km de promedio, en el partido de Magdalena.
En 1994, el partido de Magdalena se divide y por Ley 11.584, se crea el partido de Punta Indio.
El 29 de Octubre de 1997, mediante la Ley Nº 12.016, de la Provincia de Buenos Aires, se declara: “REFUGIO DE VIDA SILVESTRE A TODA LA FRANJA DE LA RUTA PROVINCIAL Nº 11 Y DE LA 36 CON LOS PARTIDOS DE MAGDALENA, PUNTA INDIO, CHASCOMÚS, CASTELLI, TORDILLO, DOLORES, GENERAL LAVALLE Y DE LA COSTA, Y UNA FRANJA DE DOS (2) KILÓMETROS AL OESTE DE DICHA RUTA”.
El 05 de Junio de 2002, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Provincia de Buenos Aires, mediante la Resolución 11.113 Nº 39, “DECLARA BOSQUE AUTÓCTONO DE INTERÈS PROVINCIAL AL TALAR UBICADO A LOS LADOS DE LA RUTA PROVINCIAL 11, ENTRE LOS PARTIDOS DE MAGDALENA Y GENERAL LAVALLE”.
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Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez
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