El Parque Nacional fue creado en el año 1940 con el objeto de proteger uno de los lugares más importantes de nidificación del cisne cuello negro. Ubicado al oeste de la provincia de Neuquén, alberga -en el marco de un paisaje volcánico- numerosas y diversas formas de vida acuáticas y terrestres.
Este lugar ha sido incluido en la Lista de los Humedales de Importancia Internacional (Convención Ramsar), por su especial relevancia como hábitat de av es acuáticas. El área protegida se encuentra en la eco-región de la estepa patagónica. En ella existen varios endemismos, como por ejemplo la rana de la laguna Blanca y en el caso de la flora, la viola volcánica
Flora
Laguna Blanca está incluido en la Provincia Fitogeográfica Patagónica (1). Dentro de ésta, corresponde al Distrito Occidental (Dominio Andinopatagónico).
En el Parque predomina la estepa arbustiva, baja y espinosa, con más cantidad de arbustos xerófilos que gramíneas. Pueden distinguirse las siguientes unidades fisonómicas:
Estepa arbustiva.- Puede considerarse la comunidad clímax, al menos en las zonas más bien llanas.
Predomina la asociación de la compuesta espinosa Nassauvia axillari con neneo (Mulinum spinosum), Haplopappus pectinatus, Senecio mendocinus, Senecio filaginoides, Cassia arnottiana y Chuquiraga straminea.
Aislados o en grupos pequeños podemos hallar individuos de molle (Schinus polygamus), que son los arbustos más altos de la región, de hasta más de 2 metros de altura. Existen sólo dos especies de leñosas, que han sido muy castigadas: el mataguanaco o colimamuil (Anarthrophyllum rigidum), y el mencionado molle. También hay importantes manchones de duraznillo o coliguay (Coliguaya integerrima), que a veces alcanza los dos metros de alto.
Estepa herbácea.- Cubre zonas pequeñas y discontinuas. Hay estepas de “coirón amargo” (Stipa speciosa y Stipa humilis) en la margen noreste de la Laguna, y cortaderales de Cortaderia pilosa (gramínea desarrollada), sobre todo sobre la orilla oeste.
Vegas y mallines.- Se observan en las proximidades de los arroyos del Llano Blanco y Pichi–Ñireco, como así también en los bordes de la laguna Blanca y de las lagunas menores. El más importante de estos ambientes es el del Llano Blanco; predomina el “junquillo” (Juncus lesueruii) y el “pasto salado” (Distichlis sp.).
Vegetación de hidrófitas: en la laguna Blanca y la laguna Verde, medra este tipo de vegetación, de baja diversidad pero alta densidad. Hay abundantes colonias de una especie de alga cianofícea Nostoc, y dos plantas que arraigan en el fondo: Potamogeton pectinatus, y la “gambarusa” Myriophyllum elatinoides, que forma en primavera y verano un denso tapiz rojizo en superficie, y constituye un componente esencial (desenraizadas y acumuladas por el oleaje) del hábitat de muchas de las especies de aves de las lagunas .
Vegetación de altura: similar a la estepa arbustiva, se le agregan especies peculiares como un amancay, Alstroemeria patagonica, Pozoa volcanica, y Viola portulacea (4, 6).
Investigación y Textos: Lorena Padula
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez
Fauna
Hay 17 mamíferos nativos y dos exóticos: la conocida liebre europea (Lepus europaeus), y el conejo (Oryctolagus cuniculus).
El zorro gris chico, considerado internacionalmente en peligro de extinción, es uno de los habitantes de la Reserva. También el gato del pajonal se halla en peligro.
El piche habita el área y la vizcacha de la sierra puede ser observada en los paredones rocosos del arroyo del Llano Blanco. Otro de las especies que ha podido encontrarse es el murciélago chileno (Myotis chiloensis) (3, 6).
Laguna Blanca es el área de agua dulce con nidificación de aves más importante de nuestra Patagonia. Es por ello que integra la lista de humedales argentinos amparados por la llamada Convención Ramsar (de protección internacional a los humedales) (6).
De las 119 especies avistadas, 25 son nidificantes.
Ha sido observada en una oportunidad (1992) una pareja de cauquén de cabeza colorada (Chloepaga rubidiceps). El área podría tener importancia para su alimentación y descanso, y es la única donde fue avistada dentro del sistema nacional de áreas protegidas.
Como amenazada, hallamos al halcón peregrino (Falco peregrinus) (1). Este ave de presa, al igual que el aguilucho común (Buteo plyosoma), nidifica en las abruptas paredes de las bardas que rodean la Laguna Blanca (4).
La avifauna, espectacular por su variedad y cantidad, tiene en el cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus) a su principal representante, lo cual constituye una de las principales razones de la creación del Parque. Esta población es la más austral residente. El blanco de su plumaje y su gran tamaño lo destacan del entorno, y realza su belleza el negro de su cuello y cabeza y la roja carúncula en la base del pico. Este notorio ornamento se halla más desarrollado en los adultos y machos. Entre agosto y septiembre el cisne pone de tres a cinco huevos, en nidos que construye en islotes o entre la vegetación costera. Pasan treinta y cinco días hasta que los pichones rompen el cascarón, y uno de sus padres suele llevarlos a cuestas, semiocultos entre el plumaje, o nadan por su cuenta detrás de ambos.
También se encuentran en abundancia el macá plateado (Podiceps occipitalis), con el mayor número de ejemplares de entre todas las aves de laguna, el pato pico cuchara (Anas platalea), las gallaretas (Fulica spp.), en especial la de ligas rojas (Fulica armillata). Junto al cisne, las gallaretas ocupan el segundo lugar en cuanto a cantidad de individuos. Otras especies con importancia en el área son el pato overo (Anas sibilatrix) y el flamenco austral (Phoenicopterus chilensis).
El macá plateado forma colonias de cría de más de 200 ejemplares cada una, que se apoyan sobre la vegetación emergente al comenzar la primavera. Brindan una excelente posibilidad de observación de comportamiento animal, ya que desarrollan una actividad febril: reacondicionamiento de nidos, ritos de invitación y cópula, robo de material entre plataformas, amenazas, persecuciones.
El pato zambullidor grande (Oxyura ferruginea) es otra ave acuática característica. Realiza un despliegue territorial y un cortejo sumamente llamativos: en octubre, los machos se persiguen entre sí, estimulados por las hembras, con el cuello inflado y la cola levantada. Con su brillante pico azul se dan una serie de golpes rápidos y sonoros en los cuellos, y luego emiten un grito, corto y estridente. En el frenesí, el agresivo despliegue puede dirigirse al ocasional observador humano (4,6).
La gaviota cocinera (Larus dominicanus), así como la de capucho pardo (Larus maculipennis) pasan largas horas en el agua y al borde de la laguna Blanca. En la ribera se puede ver al chorlo doble collar (Charadrius falklandicus) (8).
Todas estas especies se distribuyen en las zonas bajas, cerca de las costas, y se concentran en las áreas más protegidas del viento.
Para todas las aves acuáticas, la laguna Blanca es el ambiente más importante del Parque, pero existen otros cuerpos de agua menores, como la laguna Verde y la laguna del Hoyo, que en algunos casos mostraron una interesante presencia de especies. En la primera, por ejemplo, se registraron, entre otras tres especies de chorlos migratorios, Tringa flavipes, Calidris bairdii y el falaropo tricolor (Phalaropus tricolor).
Las aves que no dependen de las lagunas también son importantes, destacándose entre ellas el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata) (4, 6).
Alrededor de 12 especies de reptiles (si la lista no se ha incrementado) están protegidos en este Parque Nacional de reducida superficie, lo que es significativo.
Las lagartijas de la familia Liolaemidae están muy bien representadas. El amplio género Liolaemus se muestra con varias especies, y también se hallan los cuatro géneros que comprenden a los representantes más robustos en la Argentina: Diplolaemus, Leiosaurus, Pristidactylus y Phymaturus.
Las dificultades para la clasificación, sobre todo de los liolaémidos, hacen que (hasta los datos del Plan de Manejo, 1993) no se haya podido confeccionar un listado completo de especies. Su especialexpansión evolutiva les otorga sumo interés. Puede destacarse, por ejemplo, la presencia en Laguna Blanca del raro Pristidactylus scapulatus, que habita las raíces de las densas matas arbustivas. Laguna Blanca es la localidad más austral de distribución de Phymaturus flagellifer, y la única área protegida nacional que la ampara. Una subespecie endémica de la región convive con ella: P. patagonicus zapalensis.
La familia Gekkonidae está representada por el género Homonota. Comprende especies adaptadas a la visión crepuscular y nocturna y es un rama evolutiva muy antigua de los reptiles. Está confirmada la presencia de H. darwini.
Respecto de los anfibios, han sido citados para el Parque dos representantes de la familia Bufonidae: el sapo común, Bufo arenarurm, citado sólo una vez, y Bufo spinulosus. Ambas especies son comunes en la zona andina y gran parte de la estepa patagónica. B. spinulosus fue hallado en forma abundante (1991) en la costa de la laguna principal y en el arroyo del Llano Blanco.
Tres especies de leptodactílidos también se citaron: Pleurodema bufonina, Atelognathus patagonicus, de hábitos eminentemente acuáticos, y A. praebasalticus. Los dos últimos son endémicos (exclusivos) de la Laguna Blanca y de las lagunas basálticas cercanas. Es por ello que son considerados de alta prioridad de conservación para el Parque. A. patagonicus no ha sido observado desde 1984 en la Laguna Blanca, siendo que hasta tres años antes era muy común en las orillas. Inclusive, se registraron ciertas variaciones morfológicas entre las poblaciones de las distintas lagunas, debido al aislamiento entre ellas. Sí fue visto en las otras lagunas del Parque y en las vecinas a éste (Verde, del Hoyo, Antiñir, del Tero, del Burro, etc.) (Guardaparque Sergio Domber, comunicación personal). A. praebasalticus es una especie poco representada., en tanto P. bufonina, durante relevamientos realizados en 1991, se registró como escasa en la costa de la laguna Blanca (6).
No existen peces nativos en la laguna. Sin embargo, en la actualidad hay tres especies introducidas: la trucha arco-iris (Oncorhynchus mykiis), la trucha marrón (Salmo trutta) y la perca bocona (Percichthys colhuapiensis).
Esto se debe a la siembra, no autorizada por Parques Nacionales, de alevinos de perca y de trucha arco-iris, en 1965. La perca es la más abundante (6).
Lo que sí existe naturalmente en el cuerpo de agua es un nutrido plancton y abundantes sanguijuelas. Aquél sirve de sustento a ciertas aves acuáticas (4).
Investigación y Textos: Lorena Padula
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez
Ubicación
El Parque se sitúa en el centro de la provincia de Neuquén (extremo oeste del departamento de Zapala). Sus coordenadas son 39° 02´ Sur y 70° 21´ Oeste (1).
Relieve
La morfología que presenta la región donde se encuentra el Parque es una planicie mesetiforme con elevaciones esparcidas que van decreciendo en altura hacia el este y el noreste (10).
Gran parte del área es de origen volcánico, con efusiones del final del terciario y principios del cuaternario, muy evidentes en el escorial basáltico, ampliamente distribuido. En el extremo este del Parque existe un importante banco fosilífero, que contrasta desde lejos por su coloración amarilla en un paisaje basáltico. La gran cantidad de restos fosilizados de Pelecípodos (géneros Osthrea, Trigonia) e improntas de amonites indican su origen marino y, geocronológicamente, podría ubicarse como perteneciente al jurásico inferior (10).
El relieve ha sido modelado, en parte, por la acción del viento sobre las rocas, que se comportan de diferentes maneras ante la erosión. Así, la zona cubierta por material basáltico, que constituye una amplia extensión del área protegida, está prácticamente inalterada, y los rastros erosivos observados en esa roca volcánica se deben más a las variaciones de temperatura que a la acción eólica. El conjunto de escoriales de superficie mesetiforme más o menos destruída o casi intacta, presenta un carácter común de vastos pedregales (10).
La actividad volcánica ha sido relativamente reciente (cuaternaria) en toda el área, según indica el aspecto de la roca basáltica. Al este, las geoformas tienen suaves ondulaciones que indicarían una zona de transición entre la región que circunda Zapala, casi perillanura, con el área de la Laguna, donde ya se observan algunas elevaciones, para rematar en el cordón del Chachil, situado afuera del Parque (6).
Hacia el norte de éste se extiende una amplia meseta basáltica de entre 1.299 y 1.350 metros de altura que, al llegar a la laguna Blanca, cuerpo de agua que da nombre al área protegida, recibe la denominación de Barda Negra (4, 6).
Esta laguna, enclavada entre cerros cónicos de suaves pendientes y bardas de abruptas paredes, es la que determina la fisiografía de la región (4).
Existen tres cerros principales, antiguos conos volcánicos cubiertos en su mayor parte por recientes aluviones. El Mellizo Sur, hacia el sureste, es el más alto (1.721 m), cerca del cual se encuentra el banco de fósiles marinos ya mencionado. Se levanta aislado, rodeado por escoriales de basalto sobre una superficie más o menos plana. El cerro De la Laguna (1.459 m), por su parte, presenta laderas de color rojizo-morado, debido al basalto que, totalmente disgregado y alterado, constituye su superficie
Los suelos que dominan son volcánicos, arenosos y pedregosos (4).
Hidrografía
La red de drenaje se resuelve en arroyos de escasa importancia dentro de los límites del Parque. Los dos cursos de agua que aportan a la Laguna son el arroyo Pichi-Ñireco, que con un cauce de aproximadamente 40 o 50 metros de ancho desemboca en el extremo oeste de la Laguna, y el arroyo del Llano Blanco, que desde el O-NO desemboca muy cerca del cerro de la Laguna. Estos arroyos, estrictamente temporarios, no deben ser considerados como “mantenedores” del caudal de la Laguna, por lo menos a partir de un cauce visible. Otros arroyos que se deben considerar en cuanto a la red de drenaje son el Picún Leufú y el Ñireco, que, aunque fuera de los límites del Parque, tienen relaciones geológicas con él. Estos cursos tienen un caudal permanente, y el Ñireco afluye al Picún Leufú cerca del extremo E-SE del Parque, después de recorrer un largo valle encajonado.
Las pequeñas lagunas de la zona se forman en las depresiones de estas regiones basálticas, y su caudal desaparece por efecto de la evaporación. En el extremo O del Parque se encuentran las lagunas Verde, Agua del Hoyo y Menor, que son permanentes (10).
La laguna Blanca, entre las bardas, es el cuerpo de agua principal de la región.
La laguna Verde, a poco más de 2 km al NO de aquélla y a 1.279 msn.., es pequeña y de una aparente mayor concentración de sales.
La Laguna del Hoyo se encuentra en una depresión cerrada, a 1.282 msnm. Próxima a ésta se halla otra pequeña laguna sin nombre, totalmente cubierta por vegetación emergente.
Clima
El clima de esta región patagónica es seco y árido, con vientos predominantes del oeste que ejercen gran influencia en la geomorfología y la conformación florística. Como en toda la Patagonia extraandina, estos vientos llegan desprovistos de humedad, principalmente en primavera y verano, influyendo así en la escasez de precipitaciones precisamente en esas dos estaciones del año (10).
El verano es caluroso, con hasta 40 °C durante el día, en tanto los inviernos son fríos, con nevadas,lloviznas y fuertes vientos (7), cuya intensidad es tal que alcanzan a levantar pequeños guijarros asentados en el suelo, y también las aguas de la laguna, que, al ser batidas por el viento, producen una fina lluvia que llega a centenares de metros (10).
Las precipitaciones,incluidas las nivales, alcanzan su máximo milimetraje en invierno, aunque su frecuencia y sobre todo su intensidad son pequeñas. En cuanto a las heladas, son frecuentes entre mayo y octubre y no ocurren durante el verano. El promedio anual de humedad relativa media es del 30 al 40 por ciento.
Investigación y Textos: Lorena Padula
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez
Cómo llegar
Se accede al Parque, que está a 30 km de Zapala, por la ruta nacional N° 40 y empalmando con la provincial N° 46. Ésta (que une Zapala con Rahue) cruza el Parque de este a oeste por el sur de la Laguna Blanca y desde afuera del mismo.
Recursos Culturales
Actualmente, en las cercanías de Laguna Blanca residen comunidades mapuches, descendientes de los primeros habitantes de la región. Poblaciones criollas que descienden de los colonizadores del siglo XIX conviven con ellas.
En la antigüedad, los aborígenes se dedicaron a la caza, principalmente del guanaco, su más importante alimento, el cual complementaron con la pesca en la laguna, que fue su punto clave de abastecimiento, y la recolección de frutos y raíces. Estas tres actividades fueron posibles gracias al uso de los instrumentos que fabricaron en piedra y hueso. El terreno les brindó rocas basálticas en abundancia, mientras que el material óseo lo obtuvieron de los mismos animales que cazaban.
Los testimonios de esta vida que llegan en el presente a nosotros son las abundantes herramientas de material lítico (piedra), así como pinturas y grabados rupestres, y sepulturas (9).
Ecoturismo
El Parque posee una Oficina de Informes y un Centro de Visitantes.
Existe un mirador para de observar las aves de la laguna, aunque en ese sector las aves acuáticas hoy no se acercan con frecuencia a la orilla.
Un camino secundario de tierra, que se recomienda transitar con camionetas, originado en la ruta provincial 46, rodea a la laguna Blanca por el oeste. Como bordea la costa en algunos sectores, permite el avistaje de aves, que es la actividad de mayor interés.
Las particularidades ambientales de la laguna, y del Parque en su conjunto, hacen que ofrezca escasasposibilidades para actividades recreativo–deportivas. Dado que el objetivo del Parque es mantener incólume la biota, el énfasis debe ponerse en las orientadas a la observación de fauna y en las recorridas por ciertos ambientes naturales. Esto puede lograrse mediante caminatas y cabalgatas,que llevan a nuevos y sencillos miradores de aves en diferentes sectores del Parque (4). Existen actualmente senderos interpretativos autoguiados para recorrer a pie y también un circuito vehicular.
Para la habilitación de guías de turismo, se ha dictado el correspondiente curso.
También se cuenta con un camping agreste.
De mayo a setiembre se abre una temporada de pesca como parte de las medidas de manejo con el objetivo de erradicar las percas.
La presencia del Parque en escuelas, medios masivos de comunicación, etc., es constante, ya que se ha puesto en marcha un plan de educación ambiental (S. Domber, com. pers.).
Conservación
Un sector de la laguna Blanca está afuera del área protegida, lo que impide que se garantice la protección del conjunto. En esas escasas 200 ha que restan podría crearse una Reserva Provincial, o, idealmente, incorporarlas al Parque Nacional.
La distribución de las zonas de “Parque” y “Reserva” no guarda relación con el interés de conservación y uso del área. Por un lado, el Parque Nacional es el sector que recibe mayor presión de pastoreo, y cualquier actividad recreativa deberá hacerse allí. El área de Reserva no ofrece posibilidades de uso turístico.
La presión por uso ganadero es doble, ya que los pobladores del Parque poseen animales, y los miembros de la circundante comunidad de Zapala los ingresan, usando la laguna Blanca como aguada y como fuente de agua para consumo humano. Prácticamente todo el Parque es utilizado por el ganado, excepto los sectores que han sido alambrados, por lo que la presencia de ganado de vecinos ha disminuido.
El pesado sobrepastoreo se traduce en cambios en la composición florística, erosión y pisoteo. Se observan sectores con suelo desnudo, médanos pequeños y hasta cárcavas de erosión.
Asimismo, el ganado impacta, directa e indirectamente, sobre la avifauna. Los hábitats escasos y particulares reciben la mayor presión, sobre todo la vega del Llano Blanco y toda la costa de la laguna Blanca. Todo el día hay allí ganado, lo cual perjudica notoriamente la nidificación en zonas costeras, y también la de aquellas especies que lo hacen en el agua. Esto sucede porque los animales disminuyen drásticamente la cobertura vegetal, quitándoles a las aves la protección contra vientos, oleaje y predadores. De por sí, la sola presencia del ganado circulando las aleja del sitio. Debe considerarse también que la presencia de perros y personas en lugares cercanos a los nidos puede perturbar a la avifauna.
Existen algunos planes de manejo, los cuales aún deben ser formalizados, que incluyeb a los pobladores del área. Algunos de ellos han comenzado a trabajar en el Parque como empleados a cambio de reducir el número de animales.
Debe resaltarse que en sitios donde había indicios de erosión se pusieron en marcha planes de rehabilitación (4, S. Domber, com. pers.).
El molle y el mataguanaco apenas subsisten, debido a un histórico uso leñero.
La liebre europea y el conejo, exóticas, provocan un impacto no mensurado. Principalmente el último preocupa a los productores agropecuarios.
Posiblemente el problema de conservación más serio de la laguna principal (Blanca) sea la abundancia de percas y de las dos especies de trucha. El impacto conjunto es considerado altamente significativo y negativo. Es posible que hayan ocasionado la desaparición de A. patagonicus. Además del muy posible impacto directo sobre anfibios por predación, es dable suponer que los peces han producido significativos cambios en la cantidad y proporciones de invertebrados, lo que genera cambios en la red trófica, con posibles impactos sobre la comunidad de aves. Como se mencionó, con la pesca deportiva y otras medidas se intenta erradicar a la perca.
Existe caza furtiva, sobre todo de choique. También se ha realizado pesca furtiva, si bien hoy día la actividad cuenta con una temporada autorizada. Asimismo, en épocas en que el guardaparque estuvo ausente, se realizó extracción ilegal de laja del cerro Mellizos Sur.
Bibliografía
(1) Chebez, Juan Carlos, Rey, Nicolás, Barbaskas, Marcos y Di Giacomo, Alejandro G.; Las aves de los Parques Nacionales de la Argentina, L.O.L.A. ed., Buenos Aires, 1998.
(2) Secretaría de Turismo de la Nación; Mi país, la Argentina, Cases i Associats S.A., 1995.
(3) Heinonen Fortabat, Sofía y Chebez, J.C.; Los mamíferos de los Parques Nacionales de la Argentina, L.O.L.A.ed., Buenos Aires, 1997.
(4) Erize, Francisco, Canevari, M., Canevari, P, Certa, G. y Rumboll, M.;. Los Parques Nacionales de la Argentina y otras de sus áreas naturales. Madrid, 1981.
(5) Chebez, Juan Carlos;. Los que se van, Editorial Albatros, Buenos Aires, 1994.
(6) Administración de Parques Nacionales; Parque Nacional Laguna Blanca. Plan General de Manejo, 1993.
(7) Administración de Parques Nacionales; Parques Nacionales de la República Argentina.
(8) Daciuk, Juan: La fauna del Parque Nacional Laguna Blanca (Estudio zoo-ecológico preliminar) en Anales de Parques Nacionales, Tomo XI, Buenos Aires, 1968.
(9) Administración de Parques Nacionales. Folleto Parque Nacional Laguna Blanca. Información General.
(10) Marcolin, Arrigo A.; Estudio Geológico Preliminar del Parque Nacional Laguna Blanca, Publicación Técnica N° 41 de Anales de Parques Nacionales, Tomo XI, Entrega 2ª., Buenos Aires,1968.
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