Santa Teresa es el nombre de una gran estancia -75.000 hectáreas- convertida por decisión de sus dueños en una reserva privada del sureste neuquino. A través de un convenio con la Fundación Vida Silvestre Argentina, un espacio de la bio-región del Monte, en ecotono con la Estepa Patagónica, salvaguarda la riqueza floro-faunística de tan particular región. Especies animales en peligro se han detectado en su extensión y una flora y gea también dignas de preservarse ocupan este espacio.
Biogeográficamente el Refugio Santa Teresa está situado en una zona de ecotono entre las Eco-regiones Monte de Llanuras y Mesetas y Estepa Patagónica (según clasificación de Burkart, el al., 1999). Por otra parte, la meseta central que ocupa el Refugio presenta una vegetación coincidente con la señalada para del Distrito Occidental de la Provincia Patagónica, según la clasificación fitogeográfica de Cabrera (1976). En esta parte central prevalece una estepa arbustiva y graminosa donde los arbustos adoptan la típica forma de cojines esféricos siendo especies conspicuas el chupasangre (Maihuenia patagonica), una cactácea bastante común, el neneo (Mulinum spinosum), como su nombre específico lo sugiere es un arbusto muy espinoso con flores amarillentas y también bastante conspicuo en la estepa patagónica, el llaollín (Lycium chilense) con vistosa floración anaranjada y partes blancas, el molle (Schinus johnstoni) y los coirones – nombre con el que designa a varias especies distintas de los géneros Stipa y Festuca – donde la estepa se torna más herbácea. En la parte oeste del área donde hay pequeñas elevaciones con cañadones, se observa el molle (Schinus johnstoni) asociado a las jarillas (Larrea sp.), el coirón pluma (Stipa neaei), los coirones amargos (Stipa chrysophyla y S. speciosa), el chacal (Discaria chacaye), el maitén (Maytenus boaria), el exótico alfilerillo (Erodium cicutarium), el denominado coirón blanco (Festuca pallescens) y muchas otras especies que desarrollan mecanismos sofisticados para sobrevivir ante la adversidad climática de la escasez de agua, los vientos fuertes a lo que se suma muchas veces suelos blandos.
La zona que corresponde al Monte – el oriente y sureste – predomina la estepa de jarillas (Larrea sp.), zampa (Atriplex lampa), alpataco (Prosopis alpataco), el monte negro (Bougainvillea spinosa), la cola de león (Junellia seriphioides) y una gran variedad de especies más, siempre con preponderancia de los arbustos xerófilos o semixerófilos y muchos halófilos.
Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodriguez
La fauna de este Refugio de Vida Silvestre se comentará sin seguir el orden taxonómico. Se caracteriza por ser variada y presenta algunas especies de gran valor para la conservación. Tal es el caso del huillín (Lontra provocax) que recientemente fue observado en las márgenes del río Limay (F.V.S.A. 2004). Similar en su aspecto al lobito de río (Lontra longicaudis), es un mustélido muy escaso y exclusivo de Argentina y Chile. En la Argentina sólo habita los cuerpos de agua cordilleranos de Río Negro y sur de Neuquén, partes de Tierra del Fuego e Isla de los Estados (Partera, 2002); y antes se extendía hasta los ríos de la estepa patagónica. Es considerado En Peligro (SAREM, 2000) y ocupa el apéndice I de la CITES.
Distintas causas influyeron en su marcada disminución de sus poblaciones. Una de ellas es el valor de su piel que lo convirtió en una presa de caza muy codiciada; otra cauda de este fenómeno pudo haber sido la merma de sus presas preferidas como consecuencia que estas también lo son de las muchas especies de salmónidos introducidos que prácticamente colmaron los cursos y espejos de agua patagónicos (competencia por el alimento); y un segundo caso de competencia, que no sería sólo alimentaria sino que se extendería a otros aspectos dado que ocupan un nicho ecológico muy similar, es el del visón (Mustela vison), traído de Norteamérica y bastante expandido por la región patagónica. Otra especie presente en el área con un estatus relativamente comprometido es la mara, catalogada como Vulnerable (SAREM, 2000), también endémica de la Argentina donde ocupa una amplia distribución desde Catamarca hasta Santa Cruz y sólo la parte occidental en la mitad norte de su dispersión. En el caso de la mara la disminución de sus poblaciones no pareciera estar demasiado vinculada con la presión cinegética por parte del hombre dado que nunca fue un animal muy cazado, pero en este caso también puede influir la competencia de la liebre europea (Lepus europaeus), dado que su dieta es muy similar y esta última se expandió por todo el territorio argentino, exceptuando sólo Tierra del Fuego.
También la gran expansión del ganado ovino en vastos espacios de su territorio ejerce en alguna medida una competencia. Otro herbívoro que se encuentra en Santa Teresa es el guanaco (Lama guanicoe), considerado Potencialmente vulnerable y ocupa el Apéndice II de la CITES. Si bien no se cuentan con datos precisos, muchos indicios hacen suponer que antes de la llegada del europeo a América, la poblaciones de guanacos eran muy superiores a las de la actualidad y en el período posthispano hay cronistas que hacen referencia a grandes manadas que llegaban hasta las llanuras pampeanas y más al norte aún.
Es importante destacar la importancia de su conservación en territorio argentino, dado que la población actual estimada en unos 550.000 individuos representaría casi el 95% de la total, es decir sólo quedan pocos ejemplares en Perú, Bolivia y Chile (Parera, 2002). Entre los mamíferos varias especies de carnívoros fueron avistados en el territorio del Refugio Santa Teresa como el puma (Puma concolor), también considerado potencialmente vulnerable. La merma notable de su población se percibe en los lugares llanos que ocupaba, es decir provincias de Buenos Aires, sur de Córdoba, sur de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la costa marítima patagónica. En estos sitios desapareció totalmente y se mantuvieron más o menos estables las poblaciones a lo largo de la Cordillera y Precordillera de los Andes y los sistemas orográficos cercanos. El mayor enemigo del puma ha sido el hombre que lo persiguió desde tiempos remotos porque a veces incursionaba en estancias donde hacía víctimas al ganado ovino especialmente y aves de corral. Hoy se lo sigue cazando y ofreciendo al exterior como presa de caza mayor.
Otros carnívoros presentes en el área prospectada son el zorro gris (Lycalopex gymnocercus), el zorro colorado (Lycalopex culpaeus), el gato de pajonal (Lynchailurus pajeros) y el gato montés (Oncifelis geoffroyi). La vizcacha (Lagostomus maximus) tiene su límite de dispersión occidental en el este de Neuquén y la vizcacha serrana (Lagidium viscacia) que, con varias subespecies, llega hasta sur de Chubut. Al conspicuo coipo (Myocastor coypus) se lo ve en cursos de agua del sur neuquino, continuando su distribución hacia el sur hasta el norte de Santa Cruz.
También integran la lista de mamíferos el hurón chico (Galictis cuja) y el zorrino (Conepatus chinga). Varias especies de micromamíferos de las Familias Muridae y Cricetidae habitan el área. La marmosa (Thyllamys pusilla), murciélagos de las familias Vespertilionidae habría cinco especies, un integrante de la familia Molossidae, el moloso común (Talarida brasiliensis), dos tucu-tucu del género Ctenomys y faltaría mencionar a los cuises Galea musteloides y Microcavia australis. Entre las exóticas está la liebre europea (Lepus europaeus) y el conejo de castilla (Oryctolagus cuniculus).
Continuando con la ictiofauna – el listado consultado sobre el área no menciona a los peces- se citan para la Provincia 18 especies de peces (Del Valle y Nuñez, 1990), de las cuales 7 son exóticas. La nómina de las especies citadas por los referidos autores es la siguiente: entre las exóticas contamos con la presencia de la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), la trucha marrón (Salmo trutta), el salmón encerrado (Salmo salar sebago), la trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis), la carpa (Cyprinus carpio), la madre de agua (Jenynsia lineada) y el pejerrey bonaerense (Odontesthes bonariensis). Los peces autóctonos son el puyén chico (Galaxias maculatus), el puyén grande (Galaxias platei), la peladilla listada (Aplochiton taeniatus), la peladilla listada (Aplochiton zebra), el otuno (Diplomystes viedmensis), le bagre de torrente (Hatcheria macraei), el bagre pintado (Trichomycterus areolatus), el pejerrey patagónico (Odontesthes hatcheri), la perca bocona (Percichthys colhuapiensis), la perca de boca chica (Percichthys trucha) y la perquita espinuda (Percichthys altipinnis).
Referente a los batracios se pueden mencionar como especies conspicuas al sapo andino (Bufo spinolosus), la no hace mucho descubierta por la ciencia rana gárgola (Alsohdes gárgola), la ranita de Darwin (Rhinoderma darwini), la rana verde austral (Hylorina sylvatica), el sapito cuatro ojos (Pleurodema bibroni), con el mismo nombre se designa también a Pleurodema bufonina, la poco conocidas ranitas (Batrachyla leptopus, B. antartandica y B. taeniata). También para toda la Provincia entre los reptiles hay que mencionar cerca de 15 especies del género Liolaemus como la lagartija de cabeza verde (Liolaemus chilensis) y de panza anaranjada (Liolaemus pictus), más varias especies del grupo de las culebras entre las que cabe nombrar la culebra araucana (Tachymenis chilensis), la falsa coral ñata (Lystrophis semicinctus), la falsa coral ocelada (Oxyrhopus rhombifer), la culebra campera o ratonera (Philodryas patagoniensis), la culebra arenera o rayada (Philodryas psamophideus) y la culebra (Clelia clelia), entre otras.
Las aves están presentes con muchísimas especies, se mencionan sólo algunas a las que hace referencia el inventario de Funes & Carmanchahi (2003), entre las que hay gran número de aves acuáticas como los macáes Podiceps rolland, P. occipitalis, P. major y el Podylymbus podiceps; la garza blanca (Egretta alba), la garza bruja (Nycticorax nycticorax), el cauquén de cabeza gris (Chloephaga poliocephala), varios patos del género Anas, el pato zambullidor chico (Oxyura vittata), el pato vapor volador (Tachyeres patachonicus) y rapaces como el aguilucho alas largas (Buteo albicaudatus), el gavilán ceniciento (Circus cinereus), el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), el halcón plomizo (Falco femoralis) y el halcón peregrino (Falco peregrinus), la gaviota cocinera (Larus dominicanus), el chorlo de collar (Charadrius collaris), el chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis), el pitotoy menor (Tringa flavipes) y otras especies migratorias del hemisferio norte.
Entre los passeriformes, algunos endémicos de estas comarcas, se observa al canastero pálido (Asthenes modesta), el canastero coludo (Asthenes pyrrholeuca), el coperote (Pseudoseisura gutturalis), la caminera común (Geositta cunicularia), la monjita castaña (Neoxolmis rubetra), dormilona cara negra (Muscisaxicola macloviana), migradora, la golondrina patagónica (Tachycineta leucopyga), también migradora, el zorzal negro (Turdus chiguanco) y muchos más. Se hace mención especial de la presencia del choique (Pterocnemia pennata) o ñandú petiso por su parecido con esta ave, cuya población se considera en merma y su distribución en territorio argentino ocupa toda la cordillera y en el sector patagónico se extiende a la meseta hasta la costa marítima, y del místico cóndor (Vultur grypus).
El listado elaborado alcanza la cifra de 137 especies, de las cuales 61 son Passeriformes y 40 especies están vinculadas al medio acuático. Esta última cifra es significativa no sólo por la cantidad sino por poseer especies que son de distribución escasa o con poblaciones exiguas como la bandurria baya (Theristicus caudatus)- no habita con exclusividad el agua- cuya distribución es mucho más al norte, llegando hasta Córdoba como distribución más austral, el pato de anteojos (Anas specularis) exclusivo del bosque araucano, el pitotoy grande (Tringa melanoleuca) migrador del hemisferio norte no muy abundante, y otras muchas especies.
Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodriguez
Ubicación
La Estancia Santa Teresa está situada en el sudeste de la Provincia del Neuquén, dentro del Departamento Collón Curá, cerca de la localidad Piedra del Águila; a unos 25 kilómetros al norte de las misma.
Superficie
El Refugio de Vida Silvestre Santa Teresa cuenta con casi 75.000 hectáreas de extensión. Es el de mayor superficie dentro de los trece que integran la red que maneja la Fundación Vida Silvestre Argentina. El objetivo de creación del área es conservar y proteger los atributos naturales y culturales representativos de la Estepa Patagónica y del Monte. También figuran como fines contribuir a la difusión de la importancia de la conservación de los recursos naturales fauna y flora nativas y propiciar la investigación sobre estos recursos.
Relieve
El Refugio de Vida Silvestre Santa Teresa está comprendido en la región orográfica conocida como Patagónides que es una formación de mayor antigüedad que las restantes – Andes de Transición y Andes Patagónicos-, mucho más erosionada y con una formación geológica diferente, con alturas bajas que no superan los 2.000 m.s.n.m. Además poseen, en su mayoría, las cimas aplanadas por la acción eólica y glaciaria; estas llanuras de altura en la región se las llama pampas.
O sea, estas elevaciones con sus altiplanicies son paso obligado para ir de los cordones andinos de mayor altura del oeste hacia la llanura del oriente provincial. El sector central de la región está ocupado por una meseta basáltica de unos 800 m.s.n.m., por lo que se trata de un relieve de relativa altura compuesto por rocas ígneas, volcánicas, efusivas, compactas y con presencia de lava que muestra su parte superior plana y circundada por algunos valles y barrancas.
En la parte occidental del área hay suaves lomadas que apenas alcanzan los 700 metros sobre el nivel del mar. En los alrededores se destacan dos cerros de relativa altura que son el Santa Teresa de 1.100 metros y el Las Horquetas de 1010 m.s.n.m.
Hidrografía
El curso de agua más importante que afecta a esta área protegida es el río Limay, hasta cuyas márgenes se extienden los cañadones y valles de la parte central del Refugio. El Limay es uno de los ríos más importantes de la Provincia y de toda la región. Nace en el lago Nahuel Huapi y su cuenca imbrífera recoge casi todos los ríos desde el lago Aluminé hacia el sur, ríos que en su mayoría parten de lagos, lo que contribuye significativamente a la regulación de las crecientes.
La longitud del río Limay alcanza los 430 kilómetros y se inicia a una altitud de 765 m.s.n.m. (Grondona, 1975), con un cauce cercano a los 100 m de ancho. En partes está muy influenciado por el aporte de las precipitaciones nivales, pero el conjunto corresponde a una cuenca fluvial de alimentación mixta pluvio-nival y tal situación es de suma importancia pues se refleja en el régimen de variación anual de sus caudales, cuyo potencial hídrico está bastante regularizado con máximos caudales en julio, en octubre y noviembre.
La sucesión de embalses que se han construido sobre el cauce del Limay, tales como el Alicurá, Piedra del Águila, Pichi Picún Leufú, Ezequiel Ramos Mexía, han alterado su caudal natural y las crecidas están reguladas por estas represas.
La zona de la meseta basáltica que posee la parte central del área prospectada posee algunos espejos de agua, que atraen la avifauna a la que se hará referencia en el apartado correspondiente.
Clima
A falta de datos climatológicos del Refugio de Vida Silvestre – no se obtuvieron de la información utilizada- se reseña el clima de toda la Provincia.
La región de la provincia del Neuquén está, respecto al clima, en una situación de transición entre los climas templados y fríos y con regímenes de precipitaciones también disímiles según los sectores. En términos muy generales se puede decir que el norte y este es frío y seco y el sur frío y húmedo. Tomamos como ejemplo bien significativo dos áreas donde hay estaciones metereológicas permanentes; una en la parte noroeste que es Chos Malal, ubicada en un valle a unos ochenta kilómetros de la Cordillera y la otra en la Isla Victoria, bien en el extremo sur, en el lago Nahuel Huapi.
La primera presenta una temperatura promedio anual de 13,7† C y, en la mencionada en segundo término, el mismo registro desciende a 8,7† C. A su vez ésta última posee una precipitación anual que ronda los 1650 mm. y la diferencia entre el promedio del mes más frío con el más cálido es de 11,8 †C. En cambio en Chos Malal, caen apenas 232 mm. anuales y la diferencia del promedio de temperaturas entre el mes más cálido y el más frío llega a los 15,3† C (Rodríguez, 1982). Este ejemplo pone en evidencia las diferencias en cuanto a clima que sufre este territorio algo alargado de norte a su -o sea con gran diferencia latitudinal- y con zonas de alta montaña y otras llanas.
Las precipitaciones pluviales tienen su origen en buena medida en los vientos del Oeste que traen humedad desde el territorio chileno y predominan en invierno. Las precipitaciones en forma de nieve se producen dentro de límites muy variables y cantidades que varían según la zona.
La parte oriental presenta condiciones climáticas algo más estables que en la zona cordillerana, pudiendo estimarse una temperatura media para todo el sector este de unos 14† C. En este sector los valores de temperatura media de los meses de invierno se sitúan aproximadamente en los 5† C y en 22† C para los meses de verano (Raone, 1963). Los vientos que prevalecen en la zona cordillerana norte son los que provienen del sector Oeste y Noroeste; en la cordillera sur los del Sudoeste y Oeste y en mitad oriental del territorio provincial soplan con mayor frecuencia vientos del Oeste y Sudoeste.
Las máximas precipitaciones se dan en suroeste –sector de los grandes lagos- que se aproximan a los 2.500 mm anuales y en el noroeste hay lugares de extrema aridez, donde apenas alcanzan a los 200 mm. al año (Rodríguez, 1982).
Investigación y Textos:Gabriel Omar Rodriguez
Cómo llegar
En los casos de reservas privadas, el propietario puede solicitar no difundir la forma de acceso al área protegida.
Recursos Culturales
Como es sabido, la ausencia de escritura, de tradición oral de carácter histórico y a veces de suficientes vestigios, hacen difícil desentrañar pormenores de las primeras ocupaciones humanas en el territorio argentino en general y, particularmente, en el neuquino que nos ocupa. No obstante, con el período hispánico la cuestión se revierte notoriamente gracias a los abundantes escritos que nos dejaron narradores, principalmente sacerdotes jesuitas, que contribuyeron mucho a conocer al menos los que habitaban estas latitudes al momento de la conquista. Tratando de ilustrar al lector sobre este último período, se reseñan a continuación aspectos vinculados con estos últimos habitantes.
Los pehuenches
Ocupaban en la época de la conquista una vasta zona al sur del paralelo 40, o sea sur de la actual territorio de Mendoza y oeste del de Neuquén. Por su aspecto físico, altos, delgados y de cabeza alargada, formaban parte de los huárpidos, cultura que ocupaba la zona de Cuyo. Fueron llamados pehuenches por los araucanos en razón de que eran colectores del fruto de la araucaria o pehuén; con los piñones de esta planta hacían una especie de pan y algo similar a la chicha. Como la cosecha se hacía una vez al año guardaban los piñones en grandes silos subterráneos que a veces mantenían hasta cuatro años. Fueron cazadores de guanacos y ñandúes y sus viviendas consistían en toldos hechos de cuero de animales, principalmente de guanaco y luego utilizaron también el de vacunos y equinos. Las pieles las cosían con tendones y trataban de combinar distintos colores. Los paños así armados, eran sostenidos con palos y travesaños. Las pieles se usaban también como vestimenta que adornaban con plumajes de cuya confección fueron grandes artífices (Serrano, 1999).
Además de la elaboración de productos de cuero, los que vivían cerca de lagunas fabricaban balsas y también se dedicaban a hacer productos de cestería muy esmerada. Más recientemente, usaban tejidos aunque no lo fabricaban, los adquirían de los araucanos a cambio plumajes, sal y luego caballos (Canals Frau, 1986). Se pintaban la cara, brazos y piernas de distintos colores y por distintas razones, entre las que se incluía el duelo. Fueron uno de los precursores en la utilización de una especie de raqueta, hechas de caña coligüe, para caminar sobre la nieve. Sus armas eran arco y flecha con punta de piedra y las boleadoras. Cuando comenzaron a araucanizarse usaban también el “fuste aucá”, larga lanza araucana de varios metros de largo. Es muy importante hacer acá un paréntesis y referirnos muy brevemente al pueblo araucano. Estos eran originarios de Chile; se caracterizaban por tener una economía basada en la agricultura y el pastoreo de camélidos – que luego reemplazaron por al ganado traído por los españoles- y se llamaban a sí mismos mapuches que en su lengua significada “gente de la tierra”. Habitaron aproximadamente la región comprendida entre el río Bío Bío y la zona de Valdivia (Wright y Nekhon, 1990).
Lucharon con gran ímpetu contra la invasión Inca primero y la Española después. Con el paso del tiempo se fueron seduciendo por la prosperidad que ofrecía el comercio de equinos y vacunos de las pampas, cuyas poblaciones cimarronas abundaban, y fueron emigrando en grandes cantidades hacia la zona central del actual territorio argentino, llegando hasta la misma provincia de Buenos Aires. Influyeron culturalmente tanto en los pampas como en las otras parcialidades que ocupaban esta región, como el caso de los pehuenches que tratamos en este apartado. Este fenómeno de aculturación se lo denominó araucanización.
Finalizando con los pehuenches es oportuno comentar que fueron bastante bravíos combatiendo y arrasaron en más de una oportunidad poblaciones del conquistador europeo como ocurrió con la estancia jesuítica “La Arboleda” – situada en el sur de Mendoza- que en 1666 la destruyeron totalmente. Estos ataques no se limitaron al oriente de la cordillera sino que en ocasiones la atravesaban y acometían contra poblados chilenos. Si bien se los conoce desde tiempos lejanos hablando el “chilidugu” de los mapuches chilenos, algunos etnólogos manifiestan que primariamente tenían un vocabulario en el que usaban palabras del dialecto “milcayac” de la lengua huarpe (Raone, 1963)
Puelches
Los patagones del Norte, llamados también puelches o mejor aún puelche-guénaken; nombre que según el Perito Moreno se lo asignaron ellos mismos. La zona que ocuparon estos aborígenes está comprendida entre sudoeste de La Pampa, este de Neuquén, la provincia de Río Negro y sur de la provincia de Buenos Aires llegando cerca de la actual ciudad Mar del Plata.
Según datos del etnólogo francés Alcides D’Orbigny, quien fue uno de los primeros que estuvo en contacto con estos aborígenes, nos dice que eran de estatura media y de físico corpulento con cierta similitud con los patagones (ubicados más al sur). Fueron primitivamente cazadores de guanacos y ñandúes, cuya carne era su sustento principal. Más tarde, en el siglo XVIII, comenzaron a comer carne de caballo, animal que cazaban en las llanuras meridionales de la provincia de Buenos Aires. No obstante, también recolectaban raíces, semillas que molían entre dos piedras para hacer harina y preparaban bebidas alcohólicas.
Sus principales armas eran el arco y la flecha, las bolas y el lazo, con ellas cazaban y peleaban. En tiempos más recientes, cuando ya eran indios ecuestres, usaban para la guerra la lanza larga y el coleto de cuero.
Su vestimenta consistía en un manto hecho de varias pieles cosidas con tendones que generalmente se conoce con el nombre de “quillango”. En una primera etapa lo hacían con pieles de guanaco y zorro y luego con la de caballo, las que ostentaban pinturas de carácter geométrico del lado opuesto al pelo. Ambos sexos usaban esta indumentaria, los hombres por debajo llevaban un taparrabo triangular atado a la cintura y las mujeres un delantalillo también de piel. Hombres y mujeres se pintaban la cara y algunas partes del cuerpo con distintos colores y como tocado usaban una vincha (Canals Frau, 1986). Se caracterizaban por ser nómades por lo que sus viviendas eran algo precarias para hacerlas desarmables y sus desplazamientos estaban motivados por la busca de lugares de caza. Se han encontrado algunos restos de alfarería pero no conocían el tejido. Las mantas o prendas tejidas que usaban las adquirían de los araucanos de Chile.
Su lengua llamada “gününe yájitch” aunque, tenía cierta semejanza con la de los tehuelches. Como la mayoría de estos pueblos habían elaborado ritos funerarios y los muertos eran enterrados en grutas o cavernas envueltos en su manto y junto a sus armas y adornos (Canals Frau, 1986). Se sacrificaban los animales que habían pertenecido al difunto y se prendía fuego al toldo bajo el cual había vivido. Todo esto para que en la otra vida pudiera disponer de todo lo que le había pertenecido.
Otras parcialidades que habitaron la región y de las que se conoce muy poco fueron los leuvuches – del araucano leuvu= río y che= gente – que como bien lo indica su denominación vivieron junto a los ríos, especialmente el Limay, y también hay indicios que lo hicieron a la vera del Neuquén, Negro y Colorado. Eran muy aficionados a la pesca y se los considera de raza puelche, y desaparecieron junto con éstos y fueron araucanizados. En la zona del Nahuel Huapi habitaba una parcialidad que se denominaba poya que se los vincula con los patagones del norte o gününa kune y otra denominada vurilolche o vuriloche, muy similares entre si y desaparecieron tempranamente (S. XVII). Otro agrupamiento aborigen fue descrito por el Perito Moreno que los denominó genanquenes, pero posteriormente fueron considerados como puelches-génaken.
Todas las culturas de la región vieron su final en 1883, cuando tuvo su apogeo la acción bélica contra ellos desatada por iniciativa del Presidente Julio A. Roca, que se conoce como la “Conquista del Desierto”. Sus tierras nunca más las recuperaron – a excepción de pequeños reductos- y fueron muertos y tomados prisioneros y luego repartidos en estancias u obrajes donde los quisieran tener (Raone, 1963).
Ecoturismo
No se deduce claramente de los objetivos de creación del área si se contempla el usufructo turístico, pero al menos no se ve como un fin prioritario. Por este motivo, en este apartado dedicado al turismo, de la misma forma que se hizo en otras áreas protegidas de la Provincia que se encuentran en igual condición, se resumen las variadas posibilidades turísticas de Neuquén.
Mencionar todas las bellezas naturales y culturales que encierra el territorio neuquino, llevaría muchas páginas, por lo que nos limitaremos a enunciar los principales lugares donde concurre más masivamente el turismo y sólo como muestra se manifiesta que casi todos los accidentes geográficos o fenómenos de la naturaleza que atraen nuestra curiosidad se dan cita en Neuquén: montañas, glaciares, ríos caudalosos de aguas cristalinas, cerros con nieves eternas, explanadas para la practica del esquí, lagos majestuosos rodeados de montañas que en sus laderas muestran una tupida vegetación boscosa donde se puede practicar la pesca deportiva, cotos de caza mayor con fauna exótica, planicies semidesérticas, fauna y flora casi únicas con un sector de selva, denominada selva valdiviana, cascadas, Parques Nacionales que custodian estas riquezas y otras manifestaciones naturales más que la convierten en la vedette de las provincias argentinas.
Ciudad de Neuquén
Se halla ubicada en la confluencia del los ríos Limay y Neuquén, en el extremo este de la provincia. Un extenso puente carretero la une con la provincia de Río Negro. El sistema de riego dio facilidad al cultivo y luego la llegada del ferrocarril en 1902 le dio salida a los mercados, convirtiéndose en una ciudad sumamente próspera. En el centro hay amplias avenidas con típicas alamedas y en las afueras es visible su pujanza industrial seguramente enraizada con el significado del nombre Neuquén que en araucano quiere decir “atrevido, audaz”. En un paseo por la ciudad podemos disfrutar la visita a distintos lugares como el Observatorio Astronómico, Universidad Nacional del Comahue, una de mas más prestigiosas de la Argentina, la vistosa Casa de Gobierno, el centro de Artesanías Neuquinas, con manufacturas de calidad excelente, el Museo Histórico Municipal Dr. Gregorio Alvarez que nos permitirá recorrer a través de sus piezas expuestas el pasado remoto y más próximo del lugar,Museo Regional de Ciencias Naturales y Humanas, con importantes muestras arqueológicas y paleontológicas, la Pirámide recordatoria de la ciudad de Neuquén que rememora la controvertida llegada del ejército Expedicionario de la Campaña al Desierto a orillas del río Neuquén frente a los puentes del ferrocarril Roca.
Otro interesante lugar para conocer son los balnearios naturales sobre el río Limay: Balneario Municipal y Balneario Río Grande. Y antes de ir a recorrer los alrededores no Podemos dejar de transitar la calle peatonal con variados espectáculos callejeros, vistosas vidrieras de importantes comercios, confiterías y restaurantes. Además es importante señalar que la ciudad cuenta con una importante cantidad de hoteles de buena categoría y centros de gastronomía que acompañan ese nivel. Cruzando el río Limay se puede ver el Aeropuerto y el Casino provincial ubicados en Colonia Valentina.
Lugares fuera de la Ciudad
Saliendo de Neuquén capital se puede conocer el Dique Ingeniero Ballester sobre la Ruta Nacional 234 el “Museo de Sitio” cementerio indígena precolombino único en la Patagonia y la Estación de Piscicultura a 17 kilómetros sobre la RP. 22, donde se puede apreciar la cría de salmónidos que luego son volcados en los distintos espejos de agua provinciales.
A pocos kilómetros de la Capital transitando por la RP 17, llegamos al Embalse Mari Menuco formado por el Dique Cerros Colorados. Por la RN 22 hacia el sur, luego de transitar unos 65 kilómetros aparece el Embalse Ezequiel Ramos Mejía formado por el Chocón, de una de las represas hidroeléctricas más grandes del país.
Los Parques Nacionales
El Parque Nacional Laguna Blanca está cerca de la ciudad de Zapala y se arriba por la RP 46. Presenta un hermoso paisaje de este espejo de agua con el marco de fondo de los cerros y una variadísima muestra de aves acuáticas, algunas de las cuales presentan colonias muy numerosas.
Parque Nacional Nahuel Huapi, compartido con la provincia de Río Negro, es uno de los centros turísticos más importantes de la Argentina y su prestigio trasciende holgadamente nuestras fronteras. Fue el primer Parque Nacional de la Argentina y se conoce más por la ciudad de San Carlos de Bariloche que está en territorio rionegrino, pero la mayor superficie se extiende sobre Neuquén con las emblemáticas localidades de Villa La Angostura y Villa Traful. El paisaje de las montañas sobre este Lago Nahuel Huapi es una postal que recorre el mundo en cuanta publicación sobre turismo en la Argentina exista. Dentro de esta área protegida existe otro Parque Nacional, denominado Los Arrayanes, por tratarse de un bosque de esa especie nativa, en la Isla Victoria, ubicada en medio del gran lago. La pesca de salmónidos en este espejo de agua atrae a pescadores de todos los rincones. El circuito de los Siete Lagos es uno de los más recomendados para realizar en esta zona.
Parque Nacional Lanín, Por último mencionamos al cuarto Parque Nacional con que cuenta la provincia que es el Lanín, que muestra ese característico volcán de los Andes con su cima siempre cubierta de nieve junto a las aguas del Lago Huechulafquen y el Lago Lácar que también está dentro de sus más de 400.000 hectáreas de superficie. Siete comunidades mapuches viven en jurisdicción de este Parque nacional.
El Parque Provincial Copahue no tiene mucho que envidiar paisajísticamente a los nombrados de ámbito nacional. En su proximidad está uno de los centros termales más conocidos del país que son las Termas de Copahue, con aguas sanadoras por excelencia y una infraestructura de primer nivel aguardan al visitante.
Otros itinerarios
Cavihué: Es un centro turístico que combina la práctica de deportes invernales con paseos a caballo y termalismo preventivo. Cuenta con alojamiento y restaurantes aptos para el bolsillo de cualquier visitante. En el mismo circuito que nos condujo al Parque Provincial hay centros de interés turístico como Laguna Escondida y el Lago Cavihué.
Otras áreas naturales protegidas de ámbito provincial que no podemos dejar de visitar son los Parques Provinciales Tromen y Lagunas de Epu-Lauquén, con el famoso volcán Domuyo.
Ciudades importantes para conocer son: la ya mencionada Villa La Angostura, San Martín de los Andes y Junín de los Andes, las que en las últimas dos décadas están atrayendo gran cantidad de turistas por sus paisajes de ensueño.
Para los que quieran esquiar, Neuquén cuenta también con uno de los centros más conocidos de Argentina como lo es el cerro “Chapelco” donde se desarrollan importantes competencias de este deporte. Le siguen es importancia similar tres centros de esquí más: Caviahue, en la Villa del mismo nombre, a sólo 21 kilómetros de Copahue; Cerro Bayo, a 9 kilómetros de Villa La Angostura con una pista de 50 hectáreas y el centro de esquí Primeros Pinos, ubicado en le Cerro Queli Mahuida a unos 50 kilómetros de la ciudad de Zapala.
El circuito Pehuenia es un recorrido turístico interesante que pasa por varios lugares muy pintorescos como son el ya nombrado Parque Laguna Blanca, luego por el lago Aluminé, el Moquehué, el Ñorquinco, rodeado por los cerros Clucho Chumpirú y Melipilum. Y continúan los lagos con el Pihué y el Rucachoroi, este último sobre la RP 18.
En el sector norte de la Provincia se puede visitar la localidad de Chos- Malal, con un importante Museo Regional, la ya nombrada Reserva Tromen, luego, siguiendo por la RP 6, encontramos la localidad El Cholar, desde donde se puede ir al Fortín de los Guanacos y Los Miches, un asentamiento aborigen. Y muchas otras localidades, lagos, montañas que harían interminable esta cita de lugares de interés, en este caso del sector norte provincial. No hay espacio para las dudas respecto al potencial turístico de esta Provincia argentina ubicada “en la puerta” de la enigmática Patagonia.
Conservación
Si bien no se mencionan en la información consultada los problemas de conservación del Refugio de Vida Silvestre Santa Teresa, se debe indicar que la Provincia del Neuquén en su conjunto está – potencialmente en algunos casos y de hecho en otros- amenazada en el equilibrio de sus ecosistemas por la gran cantidad de especies exóticas que habitan su territorio. Al menos tres especies de ciervos, un mustélido, dos lepóridos, un suido y dos roedores dentro de los mamíferos; a lo que se suma varias especies de peces y dos aves (faisanes).
Si bien no es la única provincia con especies exóticas integrando el elenco de la fauna silvestre, en el caso que nos ocupa se suma una cantidad significativa. La flora no escapa a este problema, dado que hay también varias especies invasoras que ponen en riego a algunas especies nativas.
Fecha e Instrumento Legal de Creación
Se trata de una reserva privada creada de común acuerdo entre la Fundación Vida Silvestre Argentina y los propietarios del establecimiento “Estancia Santa Teresa”.
En 2004 de firmó el convenio entre la Fundación Vida Silvestre Argentina y don Guido Vuarambón, propietario de la empresa Sudestancia S.A., poseedora de la Estancia Santa Teresa. La nombrada fundación brinda todo el apoyo y asesoramiento técnico para el desarrollo sustentable del establecimiento agropecuario, que a la vez se convierte en reserva de flora, fauna y gea.
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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodriguez
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